Los ensayos más célebres de la primera generación de la Escuela de Frankurt me hicieron comprender los motivos de mi falta de vocación profesional: yo no quería ser abogado, graduado social, cura, filósofo ni licenciado en ciencias políticas, sino como la costurera Jeanne Deroin y el carpintero Louis Gabriel Gauny. Quizá lo consiga ahora allí mientras llaman las sirenas últimas. (Javier Egea). Jeanne y Louis Gabriel no solo dieron vida a lo que se decía en aquellos ensayos acerca de la paz de los opresores y de las orgías del esclavo, sino también al desgaste que sufre el corazón ante el mérito desdeñado, algo sobre lo que los frankfurtianos solo podían teorizar.
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