lunes, 1 de enero de 2024

Introducción a "LLENÓSELE LA FANTASÍA DE TODO AQUELLO QUE LEÍA EN LOS LIBROS"

No fuiste un potro prodigio, / no llegaste más que a un penco prodigio / a viejo jamelgo prodigio/ Así me pasó a mí también. León Felipe 

De mi propia cosecha he aprendido muy poco, pero con la profunda atención de quien oye llover (José Bergamín) he leído a otros más talentosos. He tomado muchas notas para no olvidar algunas de las lecturas que mejor sombra me dieron en los días de tristeza y las conversaciones que con ellas he mantenido a solas son el tema de este ensayo. Ni en las más fecundas de estas conversaciones he llegado a conocer la esencia de la vida, pero sin ellas es tan difícil permanecer en el mundo como tratar de vivir sin proyectos. Mis conocimientos solo me permiten ser un mero divulgador o comentarista cuyo único mérito consiste en haber tratado de interpretar lo que ha aprendido en favor de quienes ocupan el banco inferior de los remeros: los que saben que nunca cumplirán sus sueños y los que se quedaron sin tiempo para volver a la patria de la razón perdida (Lope de Vega). A cambio, ellos me han enseñado que no hay mayor virtud que la buena voluntad ni peor defecto que la falta de respeto porque ambas están al alcance de cualquiera. 

Con más de sesenta años creí haber llegado por mis propios medios a la repetida conclusión de que vivir es un desengaño, pero los libros me demostraron que aquello no era original ni verdadero, sino una falsa creencia que todos los ilusos vienen repitiendo a lo largo de la historia: la identificación entre la vida y el sueño del barroco para el que la vida auténtica es posterior a la muerte o la alienación de los no menos sombríos tiempos actuales.


He ido muriendo hasta llegar al día
en que espejo de espejos, soyme extraño
a mí mismo y descubro no vivía.

Unamuno

 Cuando después de tantas muertes y resurrecciones digo que mis ensayos no cuentan nada nuevo no lo hago con falsa modestia, entre otras cosas porque suscribo lo que dijo Charles Bukowski acerca de sus versos: “yo he sacado algunos poemas horribles, pero no tan horribles como los que he leído en las revistas”. Tampoco escribo por envanecimiento. En medio de tantos faros y tempestades me sorprende que no todo el mundo escriba. Me pregunto que harán con las penas que junto a ellos durmieron fatigadas de la lucha diaria para ofrecer batalla con mayor furia al despuntar la alborada (Juan Ramón Jiménez).


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