domingo, 24 de marzo de 2024

"Walden", H. D. Thoreau

 Henry David Thoreau es un inconformista roussoniano que no solo acusó a quienes contaminaban los ríos del paraíso, sino que también se negó a pagar impuestos en protesta contra la esclavitud y contra la invasión de México por parte de los Estados Unidos. En tales circunstancias es razonable que sus dos libros más conocidos sean Desobediencia Civil Walden. En este último nos narra su vida solitaria durante algo más de dos años en plena naturaleza y se le nota que ha vuelto feliz y orgulloso de sí mismo. Según el propio Thoreau, la razón por la que abandonó los bosques fue la misma que lo había llevado a ellos: "Tal vez me pareciera que tenía más vidas que vivir y no podía dedicarle más tiempo a aquella". Thoreau, al igual que Whitman, cree que los aspectos esenciales de la vida se encuentran en la naturaleza y que los seres humanos forman parte de ella. También es posible que la necesidad que ambos tenían de vivir en lugares no habitados se deba a que "aún no han sido un campo de batalla" (Wislawa Szymbroskaya). Thoreau nos relata los mismos cuentos terrestres de animales y de plantas que Miguel Hernández contaba a Neruda. Además, como ambos poetas, Thoreau también demuestra ser un adelantado a su tiempo cuando en el capítulo primero de Walden escribe que es "duro tener un supervisor sureño y peor tener uno norteño, pero lo peor de todo es que seáis vuestros propios negreros". Más adelante, podemos leer que "Las miríadas que construyeron las pirámides que serían la tumba de los faraones eran alimentadas con ajo y es posible que no fueran decentemente enterradas". Thoreau sabe que mientras algunos han sido elevados por encima de las bestias, otros han sido degradados por debajo de ellas, en ambos casos de forma injusta. Thoreau también afirma "que la mayor parte de lo que mis vecinos llaman bueno es malo y, si me arrepiento de algo, probablemente sea de mi buena conducta". En mi caso, esa buena conducta que me causa remordimiento es precisamente la de haber perdido tantos años en un empleo que detestaba.

 Ya no se trabaja, sino que se tienen empleos y la empleabilidad es propia de los instrumentos. Nos convertimos en utensilios durante más tiempo del necesario porque la minoría que se apropia del tiempo y la libertad de la mayoría nos inculca la idea de que perder la vida con cualquier empleo es un virtuoso deber al que ellos han renunciado. Es evidente que si se trabajara menos horas habría más puestos de trabajo para quienes quieren ocuparlos. Otra cosa será que nuestras actividades en el nuevo tiempo libre dejen de ser tan pueriles como ahora que el látigo y la fusta han dejado de ser necesarios para dejar claro quien manda. Para evitar que la propia tecnología que crea las condiciones para la emancipación de nuestra inteligencia acabe convirtiéndose en instrumento de dominación tendrían que cambiar y que asimilarse muchas cosas que desde el comienzo de la era de los grandes charlatanes no podemos ya ni imaginar. Thoreau evoca los tiempos en que había filósofos en lugar de profesores de filosofía y lo admirable que era vivirla con sencillez, independencia y magnanimidad. Cerramos el libro, volvemos a mirar la fecha en que fue escrito y pensamos que para bien y para mal esos tiempos no volverán. Desde que el mundo quedó en manos de políticos insensatos y comisionistas que tanto en un campo de trigo como en un campo de batalla solo ven negocio han caído muchos puentes. Duchamp lo vio en la estética y planteó como pocos la necesidad de volver a preguntarnos por lo que es el arte, pero ya era tarde y tanto él como la pregunta se explotaron como forma insustancial. España no es el único país en el que se entregan demasiadas cartas de hidalguía fomentando la estupidez y los resultados no podían ser mejores a nivel global: exhaustos, descubrimos que en la era de la información, los espejismos y las falsas certezas son más numerosos que nunca. A la larga, "los hombres sólo dan en el blanco al que apuntan. Por tanto, aunque fallen de inmediato, harían mejor en apuntar a algo elevado" (Walden, H. D. Thoreau).

No hay comentarios:

Publicar un comentario