viernes, 22 de marzo de 2024

Dilthey y el historicismo

 El historicismo surgió a finales del siglo XIX en oposición a la filosofía de Hegel, especialmente frente a su visión de la historia como desarrollo de la razón. El sujeto de la filosofía es un sujeto histórico y no un sujeto transcendental,  pero para Dilthey y su "filosofía de la vida", todo "comprender entraña algo irracional, como lo es la vida misma...la vida no puede ser citada ante el foro de la razón" (Dilthey). El historicismo admite el determinismo positivista en la naturaleza, pero no en las ciencias del espíritu, ciencias sociales cuyos procesos dependerían de las distintas condiciones históricas. De este modo, tanto el ser humano como sus producciones tienen carácter histórico y ni tan siquiera los valores que se presumen universales serían válidos para todas las naciones. Un ejemplo actual de atribución de contenido histórico a la justica nos lo ofrece el filósofo político liberal Michael Walzer.
 Es verdad que el tiempo vive y yace en las cosas igual que en los rostros, pero sus leyes fluyen profundas. La interpretación diltheyana se limita a repetir la vivencia psicológica pasada desde la intención, ignorando la estructura social y el porqué de las obras de arte. Allí hay un arado, aquí una espada y en Grecia la primera desavenencia estética. Su mundo es el del ornato y los espejos, pero no basta con mirar nuestra locura. Tanto el historicismo como Dilthey anteponen la conciencia, el individualismo y las distintas interpretaciones subjetivas a cualquier tipo de  norma reguladora del proceso histórico. Según Adorno, Dilthey trata de "hipostatizar ontológicamente un conjunto de hechos históricos que abarcaría la totalidad en tanto que sentido o estructura fundamental de una época". Su preocupación por crear modelos históricos por épocas habría tomado la historia del espíritu y los estilos de pensamiento por la realidad material de la que surgen, es decir, habría confundido lo que es la experiencia en una sociedad antagónica con un esquema mental meramente ideado. Lukács va más allá cuando afirma que no es casualidad que semejante relativismo coincida con el momento en que la burguesía se ha vuelto reaccionaria frente al movimiento obrero que había impulsado el materialismo histórico, por lo que el escepticismo historicista carece del contenido progresista que este pudo haber tenido en la Antigüedad e incluso en las teorías de Montaigne.

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