martes, 30 de enero de 2024

Aborrece al que aborrece / la paz de tu corazón. Miguel Hernández

Sonreídme como pedía Miguel Hernández porque he logrado mantener vivo el amor con que el odiaba Juan Gelman y puedo ya poner rumbo a mi Ítaca interior cargado de tesoros, odisea que ni es triste por ser de regreso ni extraviada por carecer de patria a la que volver. No quiero / que me manden Fulano y Mengano (Ángela Figuera) y con lograrlo me basta. Ahora Soy el amo de mi destino / soy el capitán de mi alma (W. Ernest Henley)

En la calle en las aulas / odiando y aprendiendo / la justicia y sus leyes / me perseguía siempre / la triste cantinela: / no sirves para nada. José Agustín Goytisolo

 Séneca sabía que solo con medios desvergonzados es como se gana el afecto de los desvergonzados y que con demasiada frecuencia suelen ser estos los que se intercambian galones y medallas. Ya sea por lo que he dicho o por lo que he callado, la realidad es que me han echado de todos los sitios, por lo que es posible que algo haya hecho bien, sin venderme, con trabajada inservilidad y sin sucumbir a la denigración cotidiana. Como Juan Goytisolo, me siento "más cómodo cuando me declaran persona 'non grata' que cuando me premian. En el primer caso se que tengo razón. En el segundo, muy raro, dudo de mí mismo". Ramón y Cajal se expresaba en términos similares. 
 Los méritos que he logrado reunir son muy pobres, pero no tan escasos como los de muchos a los que he tenido que tratar de sí señor (Arcipreste de Hita). Si Garcilaso volviera / yo sería su escudero; / que buen caballero era (Rafael Alberti)

El ser humano habla...hablamos incluso cuando no pronunciamos palabra alguna. Heidegger

 Catón dijo que volvería a hablar "cuando no haya de decir nada que fuera mejor no haberlo dicho". Yo, que me he alejado de la sociedad para dejar de molestar, abrazaré mi silencio hasta encontrar a quien me quiera escuchar, mutismo de por vida por el que la escritura se convirtió en necesidad. Escuchar el silencio ha mejorado mi capacidad para conversar con las flores, con las piedras, con los libros y con la noche; es decir, con la naturaleza, con el trabajo, con el Otro y conmigo mismo. Es verdad que nadie quiere mis libros, pero no me importa. Fernando Pessoa decía que "si lo que deje escrito en el libro de los viajeros pudiera, releído un día por otros, entretenerlos también durante el pasaje, estará bien. Si no lo leyeran, ni se entretuvieran, también estará bien". 
 Cada vez hay más personas que no soportan el silencio y ese debe ser el motivo por el que, al igual que Creonte, yo también gobernaría bien un país desierto (Antígona, Sófocles).

"Olvidado y tranquilo / como un cero a la izquierda. Mario Benedetti

Como Pessoa “me maravillo de lo que he conseguido no ver”, pero me he tomado muy en serio mi formación. De Abel Martín aprendí que “para ver del derecho hay que haber visto antes del revés" y de Goethe que sabiduría y juventud no van unidas, afirmación que suscribiría Julio Cortázar. No soy de los que se se da la absolución, sino de los que cumplen sus condenas y ya he pagado con creces todos mis errores. También me reconforta saber que no me he dejado derrotar por mí mismo, lo que habría sido, según Clinias “el peor y mas vergonzoso de los males” (Las leyes, Platón). Tropezando aquí, cayendo allí, despeñándome acá y levantándome acullá, al igual que Don Quijote he cumplido parte de mi deseo: el sapo iscariote se queda con la silla del juez (León Felipe) y yo, con el tiempo.

“Actúa así, Lucilio, reivindícate a ti mismo y también al tiempo del que hasta ahora fuiste despojado, desposeído o que te fuera escamoteado: reconquístalo y presérvalo”.

Ahora me siento como Don Quijote cuando se propuso ser pastor siguiendo los consejos de Ovidio, Cicerón, Horacio y Fray Luis de León. Al igual que Pessoa no tengo esperanzas ni nostalgias y como aquel singular manchego soy consciente de haber fracasado en mi amoroso batallar. Carezco de amigos, solo he tenido empleos que me avergonzaban y mis relaciones con las mujeres han sido un desastre, pero como el escritor portugués "llevo en mi la conciencia de la derrota como un pendón de victoria" porque igual que Javier Egea: Yo no fui en la batalla el vencedor: perdí la flor pero gané la espina

En el bosque poblado de lobos, el cordero será siempre sacrificado (Lêdo Ivo)

Al igual que Josef K (El proceso, Kafka) siempre he sido acusado de cosas de las que ni yo mismo era consciente y son ellas las que me han salvado. Resultó que mis enemigos sabían mejor que yo lo que era aquella irreductible conservación del sentido que hacía que todo me pareciese más extraño cuanto más real. Es verdad que me han robado el tiempo y la palabra, pero ahora, vencido y traicionado, esa involuntaria incapacidad para creerme lo que estaba ocurriendo ha permitido que vayan cayendo todas las capas superpuestas e incluso creo haber recuperado parcialmente la cordura. Si logramos resistir la adversidad habremos ganado nuestra propia voz, pero la frustración también nos expone a muchos peligros. Sin haber leído a Virgilio, quienes educadamente nos cierran sus puertas saben que la omisión puede ser tan cruel como la acción porque la mayor dificultad consiste en hallar el punto de partida y si este no se encuentra, es más difícil sembrar el cielo de estrellas que bajar a un Averno cada vez más profundo y oscuro. El silencio basta para provocar esa caída que sirva de contrapunto a la idealización que los satisfechos hacen de sí mismos. Ellos y buena parte del sistema que se nos presenta como benefactor son el tema del poema de Bertolt Brecht titulado “Maneras de matar” y solo pocas de esas cosas están prohibidas en nuestro estado.

"allí mientras llaman las sirenas últimas". (Javier Egea)

 Los ensayos más célebres de la primera generación de la Escuela de Frankurt me hicieron comprender los motivos de mi falta de vocación profesional: yo no quería ser abogado, graduado social, cura, filósofo ni licenciado en ciencias políticas, sino como la costurera Jeanne Deroin y el carpintero Louis Gabriel Gauny. Quizá lo consiga ahora allí mientras llaman las sirenas últimas. (Javier Egea). Jeanne y Louis Gabriel no solo dieron vida a lo que se decía en aquellos ensayos acerca de la paz de los opresores y de las orgías del esclavo, sino también al desgaste que sufre el corazón ante el mérito desdeñado, algo sobre lo que los frankfurtianos solo podían teorizar.

Desde hace ya mucho tiempo, cada encuentro con otro ser humano supone una colisión. Siento demasiado, percibo demasiado y me agotan las reverberaciones tras la conversación más simple. Pero la colisión profunda es y ha sido con mi interior, terco, martirizador y atormentado. May Sarton

He tenido suerte de no morir joven porque casi todo lo que he aprendido me ha llevado mucho tiempo: reivindicarme a mí mismo; recordar siguiendo una jerarquía de significación evitando los ridículos desvaríos de la memoria que la civilización ha unido a la culpa y el pecado (Marcuse); errar en favor de quienes con nosotros van como hizo el marinero al que el infante Arnaldos ordenó decir su cantar o descubrir que hay críticas justas que conviene omitir porque resultarían más perjudiciales que beneficiosas. Aprender todo esto no solo me ha costado tiempo, sino también dinero, esfuerzo y remordimiento. El último de mis descubrimientos es que el grosero nunca lleva razón, pero le da igual no llevarla. Como el usurpador del trono de Milán en La Tempestad, de Shakespeare, si la conciencia fuera un sabañón se pondría zapatillas porque su pecho no siente a esa diosa. La zafiedad como reacción frente a los argumentos es algo que avergonzaría a una persona cabal, pero no al soez cuyo odio y crueldad le liberan de los límites morales o intelectuales a los que la gente de bien se sigue sometiendo.

DIEGO. — ¡Las flores caerán!  VICTORIA. — ¡Los frutos te aguardan!. "El Estado de sitio", Albert Camus 

La floración culmina el proceso de maduración, pero tras ella llegan los frutos, de ahí que algunas cosas que nos enseñan los libros necesiten tiempo para aclararse en nuestra mente. Shakespeare dice a un amigo: Aprenderás que no importa a dónde llegaste sino a dónde te diriges; que madurar tiene más que ver con lo que has aprendido, que con los años vividos y que no siempre es suficiente ser perdonado por alguien, algunas veces tendrás que aprender a perdonarte a ti mismo. Si Iván Dmitrievitch (La muerte de un funcionario, de Chéjov) hubiese sabido esto último le habría ido mejor. También El caminante, de Herman Hesse nos ofrece algunos tesoros que descubrió en su viaje, entre ellos que el ascetismo no es mortificación: No sabía que ser piadoso significa alegría y salud. Su intención es salvarnos de esa ola oscura interior en la que regresan nuestros demonios con la única intención de "desafinar una por una todas las cuerdas" de nuestro ser. 
 

"Las necedades del rico por sentencias pasan en el mundo". Sancho Panza

Si nuestros intelectuales son más domésticos que orgánicos es razonable que seamos incapaces de distinguir entre verdad e ideología porque confundir despolitización con desideologización permite hablar de individuo a la vez que se bloquea su realización. El éxito de esta estrategia lo demuestra el hecho de que a quienes llevan siglos cargando sobre sus espaldas el peso de la gloria de otros ya no se les desencaja el rostro cuando escuchan la descarada adaptación de las palabras "libertad" e "igualdad" a los intereses económicos de quienes siempre estuvieron del lado de su represión. El infravalorado Sancho Panza no se dejaba engañar tan fácilmente. 
- “...no es cosa tan gustosa el caminar a pie, que me mueva e incite a hacer grandes jornadas. Dejemos estas armas colgadas de algún árbol, en lugar de un ahorcado, y ocupando yo las espaldas del rucio, levantados los pies del suelo, haremos las jornadas como vuestra merced las pidiere y midiere, que pensar que tengo de caminar a pie y hacerlas grandes es pensar en lo escusado”.  
 El individualismo es una ideología que obstaculiza tanto la experiencia genuina como la acción colectiva en que consiste la política. Para salir del mundo de la caverna lo primero es aprender de Sancho que "Las necedades del rico por sentencias pasan en el mundo". Luego ya podremos ponernos el irrisorio casco.

El narrador toma lo que narra de la experiencia; la suya propia o la transmitida, la torna a su vez, en experiencias de aquellos que escuchan su historia. Walter Benjamin

 Walter Benjamin expresa con estas palabra el enmudecimiento que supone la sustitución de la vieja narración de nuestras experiencias por la actual información, proceso cuyo más temprano inicio es el surgimiento de la novela al inicio de la época moderna. 
 La actual epidemia de neurastenia no solo haría pasar por loco al que tuviese la temeridad de hablar de un tema semejante, de música clásica o poesía. También a quien plantease una conversación que suponga articular un par de ideas que expliquen lo que ha ocurrido con nuestras propias vidas molidas a palos. “¿Cambian los tiempos o cambiamos nosotros?” es una de esas preguntas que debemos dejar caer en cualquier reunión a la que no nos gustaría volver a ser invitados. Según May Sarton, un libro es el equivalente a la conversación civilizada para un solitario.

Según Irving Babbitt, los temas eternos de la poesía española son el engaño, el desengaño, la ilusión y la desilusión.

 Benito Pérez Galdós personifica la España de su segunda serie de Episodios nacionales (1875-79) en Jenara y Soledad. Jenara es "bella, apasionada, fanática, intransigente y estéril: la España tradicional". Soledad: dulce, callada, atenta, activa, caritativa, el símbolo de la España futura".   Casi medio siglo después (1912), Machado escribía lo siguiente: 
 El hombre de estos campos que incendia los pinares 
 y su despojo aguarda como botín de guerra
 antaño hubo raído los negros encinares, 
 talado los robustos robledos de la sierra. 

 Machado sabe que abunda el hombre malo del campo y de la aldea. Pero lo atribuye a la mentira y la infamia que habían dejado a España pobre y escuálida y beoda / para que no acertara la mano con la herida. Machado, al igual que Pérez-Galdós nos recuerda que tiempo después se dijo que El hoy es malo, pero el mañana... es mío
 Y es hoy aquel mañana de ayer... Y España toda, 
 con sucios oropeles de Carnaval vestida
 aún la tenemos: pobre y escuálida y beoda
mas hoy de un vino malo: la sangre de su herida 

 Campos de Castilla, Antonio Machado  

Nuestra “tarea es la crítica despiadada y mucho más contra aparentes amigos que contra enemigos abiertos" (Marx).

 La palabra crítica proviene del griego krino que significa distinguir y juzgar, de ahí que no solo aparezca en el subtítulo de El Capital, sino que desde siempre haya sido la principal herramienta del entendimiento.
 Es cierto que la organización de la esclavitud se ha humanizado, que la metafísica se hace cada vez más materialista y que sube el nivel de renta, pero los asesinos de nuestros sueños (León Felipe) solo cambian de máscara mientras seguimos tan resignados y faltos de elevación como siempre. La endogamia académica y la conformista búsqueda de nuevos amos nos hacen prestar más atención a los bocazas que a quienes quieren mejorar las cosas sin pretensiones. Esto es así en todos los niveles, de hecho, las ocurrencias históricas, groserías y simplificaciones de Pérez Reverte o Jiménez Losantos gozan de muchísima más audiencia que las aportaciones de un historiador tan riguroso como Ángel Viñas. Incluso entre quienes pasan el día recordando que en España no hubo revolución liberal apenas se recuerda que uno de los grandes logros de la Revolución Francesa fue la centralización del Estado de la que tanto abominan.

Paño recio y sudor barato

 La desgana es lo único que germina en la tierra que no se cultiva, pero solo de este pobre suelo podía nacer en España algo tan superior como la obra de Cervantes y Goya. Ambos carecían de estudios universitarios, por lo que su erudición provinciana no podía quedar impune para esos egregios oradores que fueron Unamuno y Ortega. El conocimiento que los libros rescatan de la oscuridad queda lejos del alcance de quienes nacieron sabios. Sus frutos están reservados a quienes aprecian el paño recio (León Felipe) de la poesía de Jorge Manrique y ven en el sudor barato (Ángela Figuera) la gran acusación. Ellos son los que al corregir sus faltas convierten su estrechez en virtud (Baltasar Gracián): aquellos cuyos defectos y debilidades hicieron que se tomasen en serio su formación y nunca dejaron de trabajar en su propia dignificación (Goethe).

Era la época en que yo juraba / que la Coca Cola uruguaya era mejor que la Coca Cola chilen a/ y que la nacionalidad era una cólera llameante / como cuando una tipa de la calle Bandera / no me quiso vender otra cerveza / porque dijo que estaba demasiado borracho / y que la prueba era que yo hablaba harto raro / haciéndome el extranjero / cuando evidentemente era más chileno que los porotos Roque Dalton

 La adhesión de España a las Comunidades Europeas modernizó el país, pero su cultura sigue siendo pobretona, incluso entre quienes, por vivir de ella, aparentan saber más de lo que en realidad saben. Su vanidad les hace sentirse en el derecho de insultar con esa “expresión de endiosamiento...síntoma de pobreza de talento y de estrechez de mentalidad” con la que nos hacen pensar que sus únicas pruebas de inteligencia “consisten en hacerse pagar con puntualidad y exactitud lo que le deben, y en no pagar, o en retardar todo lo posible el pago de lo que” deben a la sociedad (Rojo y Negro, Stendhal). Nuestro atraso cultural es otro de los retos que la democracia solo cumplió a medias. La escasez de referencias a autores españoles en cualquiera de los temas tratados en estos ensayos no es culpa de la biología, de gente del otro mundo, ni cosa de malignos encantadores que nos persigan: “carecemos de originalidad hasta para lo frívolo”, escribía Ramón y Cajal. Como quedó dicho, no se trata de un problema ontológico. Castilla siempre prefirió conquistar tierras para hacerse con sus recursos antes que producir, lo que provocó también un retraso en las clases sociales que debían oponerse a la jerarquía en el poder. En uno de los países europeos que más necesitado estaba de una puesta al día comenzaron a surgir reformadores cuya alternativa a la sociedad de masas no era otra que el elitismo. Basta leer Historia de unos cuantos, de Rodríguez Méndez para tener una idea de como seguían las cosas a comienzos del siglo XX. Según Juan de Mairena, se suele confundir al “intelectual” con ciertos virtuosos de la inteligencia, hombres de algún ingenio literario o de alguna habilidad aneja a la literatura y a la conversación -médicos, retóricos, fonetistas, ventrílocuos-, que no siempre son los más inteligentes”. No será la última vez que el lugar de las ideas lo ocupen la trompetería o las ambiciones personales de oportunistas y seudosocialistas

Sueño y trabajo nos costó saberlo: / ternura es patrimonio de los rojos. / Pero los rojos, Claudia, / en estas noches bárbaras, / sólo somos tú y yo. Javier Egea

El neoliberalismo y la posmodernidad llevaban tiempo circulando, pero en España apenas si se sabía lo que eran. Cuando el felipismo los impuso con su retórica socialista lo tomamos como algo de izquierdas con el mismo candor con que se votó a favor del ingreso de España en la OTAN. Las expectativas políticas no se cumplieron, pero a cambio abundaron los homenajes que los elegidos se daban a sí mismos. La mayoría nos quedamos solos con las canciones como última trinchera en mitad del desierto contemplando como algunos de sus autores dejaban de ser de izquierdas a medida que se enriquecían o perdían pleitos con Hacienda por sus millonarias irregularidades fiscales. 
 A la vista de la nueva brecha generacional, económica y social daba la impresión de que el régimen se había sucedido a sí mismo. Las diferencia dentro de la propia clase trabajadora crecieron y los de abajo, incomprendidos socialmente y sin apoyo sindical ni institucional aceptaron que la democracia era eso: el partido socialista consolidó su poder, los objetivos estaban cumplidos y solo las víctimas eran responsables de su naufragio por no haber sabido administrar la libertad ni aprovechar las oportunidades que la meritocracia les habían concedido. Habíamos asistido a un juego de trileros en el que las reglas parecían claras e iguales para todos, pero nunca se acertaba con el lugar en el que se encontraba la bolita. Si lo del Este de Europa había sido socialismo real, lo nuestro fue socialismo irreal por lo que cuando tras otros cuarenta años asistimos a un nuevo intento de cambiar las cosas ya sabíamos como acabaría.

Ban, ban, Ca-Calibán / tiene otro amo. - ¡Busca a otro ya! / ¡Libertad, fiesta! ¡Fiesta, libertad! ¡Libertad, fiesta, libertad!. "La Tempestad", Shakespeare

La democracia española de 1978 olvidó la herencia republicana. No solo se perdieron las semillas del arte y la intelectualidad que por fin habían comenzado a germinar, sino también varias generaciones de gente corriente, cuyas vidas dañadas, de no haber sido por el señor Serrat se habrían quedado incluso sin algunos de nuestros mejores poemas. El pragmatismo del establishment solo quería hacerse de una colección descontextualizada de citas y de versos que les permitiese aprovechar las nuevas oportunidades de negocio en nombre de una dignidad y de una cultura que les eran indiferentes. Pocos como Sánchez Ferlosio tuvieron el valor de denunciar las paridas y gilipolleces en las que el PSOE y su clientela estaban despilfarrando el dinero público en nombre de lo que llamaban “cultura”. Tampoco la guerra y el exilio habían sido igual para todos y quienes más pusieron fueron también los que más perdieron. Uno de los hechos que mejor expresan esta triste realidad ocurrió en la Alianza de Intelectuales de Madrid tras el ya de por sí triste golpe militar de Casado contra la República, cuando María Teresa León abofeteó a Miguel Hernández por haber reprochado a Alberti, a otros artistas artistas e intelectuales y a ella misma que se dedicaran a organizar fiestas con dinero público mientras los milicianos combatían.  

“Locos necesitamos, que siembran para no cosechar. Cuerdos que talen el árbol para alcanzar el fruto, abundan, por desdicha” (Antonio Machado).

A falta de ruptura, la democracia transformó las estructuras institucionales y educativas superponiendo a la vieja élite una nueva que, en buena parte, procedía de la anterior, ya sea por reconversión a los nuevos tiempos o por herencia familiar: el carnaval ideológico acababa de comenzar. La doctrina política, social y económica “liberal” perdió todo contacto con la realidad y con nuestra propia tradición para convertirse en capitalismo de amiguetes,. Los cómplices de la dictadura, disfrazados de un liberalismo por el que no sentían el más mínimo respeto y del que no tenían la menor idea, comenzaron a llamarse terceras españas u oposición silenciosa. Se puso de moda la hilarante expresión “político carismático” y es verdad que proliferaron los divos políticos que compensaron su doblez ideológica y su vacío cultural con un innegable don de gentes, pero no para democratizar los cimientos de una sociedad atrasada y lastrada por la ignorancia, sino para favorecer sus ambiciones económicas, políticas y profesionales. Se acuñó el término “cultura del pelotazo”, se precarizó el empleo y la corrupción se extendió a todos los niveles institucionales. Los gobiernos de González redujeron la inflación, pero dispararon el paro; aumentaron el número de funcionarios, pero privatizaron el sector público productivo. Lentamente comprendimos que Franco había ganado mucho más que la guerra. "Alrededor del 70 por ciento de los miembros del PSOE y sus simpatizantes fueron recompensados con algunos de los quinientos mil puestos de trabajo creados entre 1982 y 1994" (Paul Preston). El enchufismo laboral y académico fue el sustituto del caciquismo, un clientelismo político-empresarial que favoreció los grandes consensos democráticos españoles. La institucionalización del mundo de los negocios como vía de acceso a la política o viceversa y de ahí a los reconocimientos académicos se asumen como algo natural sin prestar atención al hecho de que lo que uno recibe lo está perdiendo otro. A nadie se le ocurre actualmente elegir representantes en función de su honradez, entre otras cosas porque el aprovechamiento torticero de los recursos públicos ya no está monopolizado por unos pocos, sino que es una práctica en la que participan muchos a distinta escala, especialmente en aquellos territorios en donde las subvenciones cubren el vacío o la ineficacia del sector privado. Pertenecer a un partido o a un sindicato pasó a tener fines utilitarios cada vez más desvinculados de la ideología que tanto los unos como los otros pudieran haber tenido en el pasado. Hay corrupción y tráfico de influencias ilegales, pero también corporativismo u otras formas de aprovechamiento privado de los bienes y servicios públicos a través de personas o consultoras que suponen una actualización del modelo oligárquico tradicional recubierta de legalidad y retórica democrática que justifica el progresivo desafecto social a la clase política.

Inmenso es el silencio de las piedras. Georg Trakl

La Ilustración y la revolución burguesa apenas si dejaron huella en España, mientras que su pacífico y devoto pueblo se levantaba contra la invasión francesa en defensa del absolutismo, pero aceptaba la ocupación absolutista de los Cien Mil Hijos de San Luis. La primera vez que la sociedad civil española opuso resistencia a la brutalidad del poder fue en 1936 y es posible que los primeros sorprendidos fueran los golpistas. En 1930, la mayoría de los intelectuales entendieron que ya no había más salida que la República, pero a muchos de ellos el republicanismo, por conservador que fuera, les quedaba a la izquierda Se adaptaron mejor a la dictadura y disfrutaron de una posición social sin competencia que no encontrarían fuera de nuestras fronteras. Incluso en sus mejores años, el país seguía al margen de los procesos democráticos, económicos y culturales posteriores a la Segunda Guerra Mundial que permitieron a los países europeos acercarse a los niveles norteamericanos y británicos. En relación al milagro español (1959-1973), el propio José María de Areilza que había sido primer alcalde franquista de Bilbao y miembro de consejo nacional del Movimiento afirmó que “el egoísmo de Franco retrasó en diez o veinte años la normalización económica del país y obligó a pasar al pueblo español un largo período de carencia y de atrasos que repercutió en todos los órdenes de la vida española” (Citado por Jorge De Esteban y Luís López Guerra en su libro La crisis del Estado franquista). Sorprende que todavía se siga hablando del Oro de Moscú con el que la República compró armas a la URSS y divisas a Francia, pero nunca se relacione el hambre de postguerra con el dinero y el conjunto de exportaciones (alimentos, materiales..) de todo tipo que llevó a cabo la dictadura del invicto para pagar la ayuda militar que había contraído con Alemania e Italia.

En “España -no lo olvidemos- la acción política de tendencia progresiva suele ser débil, porque carece de originalidad; es puro mimetismo que no pasa de simple excitante de la reacción. Se diría que sólo el resorte reaccionario funciona en nuestra máquina social con alguna precisión y energía. Los políticos que pretenden gobernar hacia el porvenir deben tener en cuenta la reacción de fondo que sigue en España a todo avance de superficie. Nuestros políticos llamados de izquierda, un tanto frívolos -digámoslo de pasada-, rara vez calculan, cuando disparan sus fusiles de retórica futurista, el retroceso de las culatas, que suele ser, aunque parezca extraño, más violento que el tiro". Juan de Mairena

 El proceso de aburguesamiento de la clase obrera culminó a comienzos de los años sesenta, por lo que Wright Mills pensó que solo los intelectuales estaban en condiciones de provocar el cambio social. Medio siglo después, tanto los intelectuales como muchos de los representantes más destacados de los partidos o movimientos sociales supuestamente transgresores se daban codazos por ingresar en la élite social. En 2014 le tocó el turno a la mayoría de izquierdistas españoles que pidieron a la sociedad convertir la indignación en fuerza política. Sus resultados se limitan a colorear la jerarquía capitalista, pero pese a ello han soportado la reacción más brutal por parte de la derecha tradicional (mediática y política). Esta reacción era previsible, pero lo sorprendente ha sido descubrir la vigencia de Gramsci cuando afirmó que "la desdicha produce dos efectos: a menudo extingue todo afecto hacia los desdichados".

La he perdido en un bosque de jeringas brillantes /  por donde nos decían se llegaba al mar, / se fue sobre un caballo de hermosos ojos negros; / por más que yo me muera no la podré olvidar. Javier Egea

 La libertad y la democracia abrieron muchas puertas, pero a finales de la década de los ochenta volvieron a quedar cerradas para la enésima generación “perdida”: jóvenes que se habían educado en los programas televisivos de los años sesenta y que ahora se debían conformar con una “movida" falsamente transgresora sin más base económica ni cultural que la de quienes se forraron a costa de las privatizaciones y unos saraos nocturnos a cuya salida esperaba el pasado. La mayoría de aquellos estribillos eran tan ridículos como lo fueron los de la llamada canción española, aquel engendro con el que se quiso adulterar la dramática autenticidad de la copla. Desde los años cincuenta nos venían cantando que a lo loco se vive mejor, pero en realidad nadie se tomaba aquello en serio. Solo nos lo terminamos creyendo cuando tres décadas más tarde ya nadie nos mostraba nuestra imagen grotesca y aquel entusiasmo ilusorio nos dejó sin el denostado sentido común y sin las ilusiones que hasta entonces habíamos tenido. La náusea provocada por una vida sin sentido se trasladó de la sociedad al individuo, el estado del bienestar se hundió y los sepultados bajo los escombros debían cargar con una culpa que no era suya en nombre de la democracia como antes lo habían hecho otros en nombre del nacionalcatolicismo.
 Lope de Vega llamó a España madrastra de tus hijos verdaderos y desde entonces poco parecen haber cambiado las cosas. Las generaciones que se sucedieron desde el fin de la Guerra Civil (según algunos, Tercera Guerra Carlista) han naufragado en de los mimos viajes imposibles que España siempre se propuso emprender. Las nuevas y viejas camarillas se repartieron el botín y para buena parte de la generación de los ochenta no quedaba ni la calderilla de un repugnante empleo. Pasamos directamente del ostracismo al neoliberalismo y desde "allí continuamos la navegación con ánimo afligido” (Odisea, Homero) viendo como quienes caían, arrastrados por la corriente, debían sujetarse como pudieran a las zarzas y los espinos.

El Demonio, a última hora, no tiene razón; pero tiene razones. Hay que escucharlas todas. Juan de Mairena.

 El materialismo histórico fue la vacuna que evitó que algunos militasen en el discurso identitario. A otros, como Kafka y Freud se lo impidió la tradición judía, mientras que Walter Bejamin encontró argumentos en ambos lados. A día de hoy, al nacionalismo, sionismo incluido, le van las cosas mejor que al materialismo histórico. La izquierda actual se ha adaptado al molde neoliberal y considera “superadas” las “viejas” categorías políticas, sociológicas e incluso poéticas de Bertolt Brecht. Por contra, la grasienta derecha política española mantiene toda su vitalidad ideológica y se niega a quitarse el brazalete. Es posible que haya algún vínculo entre ambas circunstancias. 
La izquierda actual es muy deficiente porque ha renunciado a sus dos mejores instrumentos: la crítica de la economía política y la dialéctica. La buena voluntad respecto a determinadas formas de vida alternativas, marginales o en relación a ciertos sectores sociales suele dar la espalda a quienes a diario se ven obligados a soportar trabajos detestables que, no lo olvidemos, son la base de la sociedad. Si propuestas tan respetables como el “empoderamiento femenino” viven de espaldas a la división del trabajo y a la economía como fuente de poder social acaban volviéndose en contra tanto de las mujeres como de los hombres que ocupan los estratos inferiores de la sociedad. Esta sustitución de la lucha de clases y de la crítica de la economía política por políticas identitarias que lleva a cabo la nueva izquierda global no solo abre las puertas al oportunismo neofascistas, sino que, como dice Susan Neiman, carece de sentido porque si estos se hacen con el poder, las cuestiones de género y raza serán sus primeras víctimas. Además, se trata de una critica binaria (guerra-paz; inmigración-racismo...) y a la manera de Feuerbach en lugar de a la de Hegel, simplificación de la que ya había advertido Lenin. Neiman reivindica el universalismo frente a las políticas identitarias recordando que Hannah Arendt lamentó que Adolf Eichmann fuese juzgado por crímenes contra el pueblo judío en lugar de por crímenes contra la humanidad.
 Por lo que a la derecha se refiere, la misma lerda y programática falta de escrúpulos que Lukács advirtió en el Diario de un seductor, de Kierkegaard es la que ahora permite a los herederos del franquismo reclamar libertad para defender un pasado esperpéntico en el que se opusieron a cualquier forma de libertad real, ya sea política, religiosa, sindical o de cátedra. Recordemos que en 1973 se condenaron a decenas de años de prisión a los fundadores del sindicato Comisiones Obreras: siglo y medio después de que en Inglaterra se hubiesen derogado las Combination Acts que prohibían algo tan inocuo políticamente como los sindicatos de trabajadores. 
 La sociedad en su conjunto parece haber olvidado que la dictadura que la derecha continúa admirando o se niega a condenar invocando respeto y libertad es la que exigía la licencia marital para enajenar bienes privativos de la mujer, el certificado de bautismo para escolarizar a los hijos, la que despedía por motivos políticos y la que consideraba las prácticas homosexuales tanto un delito como un pecado. Todo ello por no hablar de películas como El Gran Dictador (1940), de Chaplin; Aguirre, la cólera de Dios (1972), de Werner Herzog o Amarcord (1973), de Fellini que no pudieron estrenarse en España hasta después del fin de la censura en 1977. Es verdad que quienes -al igual que el amo de Jacques el fatalista, de Diderot- en el ámbito individual tienen el prurito de adivinar y siempre al revés, sufren de amnesia en lo social. Sin embargo, también hay monstruosidades y olvidos que han hecho que a mucha gente le dé igual que al frente de las provincias haya una pléyade de altos cargos inútiles y corruptos o un general de brigada, aunque también sea inútil y corrupto. No olvidemos que uno de los lemas más populares del gobierno durante la dictadura del general Primo de Rivera fue: “No somos políticos”

Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos . J.L. Borges

 “En casa del verdugo conviene no mencionar la soga, pues de lo contrario habrá resentimiento” (Adorno), pero la forma de evitar que la barbarie se repita no es la ignorancia de un pasado que sigue muy vivo. Martín Villa ordenó quemar los archivos del Movimiento y nuestro olvido por decreto ha parido una sociedad sadomasoquista, cutre y de lucios cascos. Hace medio siglo se recordaba y se callaba más de lo que se decía en voz baja porque la represión mantuvo intacta la ideología de 1939; hoy todo es ruido vacío. El dumping fiscal y marcar con la espada una raya bien gorda que separe los distintos territorios se han convertido en el monotema de unos nacionalistas de ocasión semejantes a los “alemanes de sangre y liberales por reflexión” que buscaban su historia de la libertad en las “primitivas selvas teutónicas” ante los ojos de un asombrado Marx que se preguntaba “¿en qué se distingue nuestra historia de la libertad de la historia de la libertad del jabalí, si se debe ir a encontrarla sólo en las selvas?. ¡Qué espectáculo! La subdivisión progresiva al infinito de la sociedad en las más variadas razas, que están una frente a la otra con pequeñas antipatías, mala conciencia y mediocridad brutal”.

“Ah, señor rapista, señor rapista, y cuán ciego es aquel que no ve por tela de cedazo” (Don Quijote de La Mancha).

 La "ejemplar" transición democrática impidió que en España se hiciese una "desfranquización" similar a la desnazificación alemana, ignorando que aquí la brutalidad está más arraigada que cualquier banalidad del mal. En su lugar se antepusiesen los intereses privados y las tribales reivindicaciones nacionalistas a un concepto republicano de ciudadanía -al margen de la forma que pudiese adoptar el Estado- que no es otra cosa que la igualdad de oportunidades y derechos entre los ciudadanos independientemente de la clase social o del territorio al que pertenezcan. Quienes medio siglo después tratan de retomar la cuestión republicana tampoco parecen abordarla desde esta perspectiva. La autodeterminación de los pueblos es importante, pero la autodeterminación de la clase trabajadora frente a quienes limitan su desarrollo va con retraso. La crisis del 2008 y la profundización en el desmantelamiento del Estado del bienestar dieron lugar a grupos de indignados supuestamente situados a la izquierda del PSOE; a unos nacionalismos que culpaban de todo a España y a la reaparición de una extrema derecha que hasta entonces subsistía en estado latente. De los primeros apenas si queda nada y si la transición fue urdida por las élites centrales, la eclosión del nacionalismo lo ha sido por las élites periféricas. Eel panorama es desolador: un nacionalismo identitario que comparte con el fascismo los baños rituales de la sangre y la tierra; regiones no nacionalistas que reaccionan postrándose ante el estado o acumulando emoticonos identitarios; una izquierda que defiende los privilegios de las comunidades autónomas ricas frente a la igualdad de todos los españoles; el sindicalismo corporativista; un electorado que prefiere militar a pensar; una clase trabajadora obsesionada por el consumo y la babieca derecha española que se niega a condenar la dictadura que se niega a condenar la dictadura rentabilizando la falsedad más brutal dispensada de cualquier justificación moral o intelectual. No solo Alemania e Italia asumieron su pasado, también la propia Francia juzgó y condenó a Pétain pese a la fama que este había alcanzado en Verdún. Igual cabe decir del resto de los países de Europa que de una forma o de otra colaboraron con el nazismo e incluso de la URSS con la figura de Stalin.
 Puede parecer extraño que al final se hayan impuesto dos mitologías aparentemente enfrentadas: la del franquismo y la de la Transición, pero si algo tienen en común todas las mitologías es su oposición a la razón, por eso ni olvido ni perdono.

Solo quienes no nos dejamos fascinar por el poder, y mucho menos por sus detentadores, decimos "no". J. L Aranguren acerca del referéndum sobre el Proyecto de Ley para la Reforma Política,

 El dividido conjunto de partidos que formaban la oposición democrática propuso la abstención en el referéndum sobre el Proyecto de Ley para la Reforma Política, pero casi el ochenta por ciento del electorado votó a favor. En realidad, una cosa era lo que decían en público estos partidos democráticos y otra lo que pensaban, entre otras cosas porque ni ellos ni el franquismo tenían un plan ni fuerza para imponerse. Ni los chanchullos de una Segunda Restauración con la que Fraga quería ejercer de Cánovas ni ruptura política. La transición fue un proceso controlado por el régimen, cuyos contenidos se concretaban e improvisaban día a día entre el empuje del sector menos despolitizado de la sociedad -especialmente hasta las elecciones de junio de 1977- y la voluntad de llegar a acuerdos demostrada por parte de la nueva y la vieja élite, no solo política, a fin de mantener sus privilegios o integrarse en las instituciones asumiendo la forma y el contenido deseado por la monarquía y bajo la supervisión del ejército. Prueba de todo ello es el mantenimiento de la posición y la influencia por parte de determinadas familias, el estrato social (renta, origen familiar, estudios, profesiones liberales...) de los parlamentarios que formaron parte de las primeras Cortes, así como las nuevas vías de acceso a la élite social que desde entonces se fueron abriendo (partidos, sindicatos…). Este contexto permitió que nuevos nombres procedentes del franquismo coaligados en la UCD se presentasen durante los primeros años como un avance democrático respecto a lo que había sido el Grupo Tácito; que el Rey acabara aceptando la legalización del PCE y que este reconociera la monarquía. Para bien o para mal, la mayoría de los electores había llegado a la conclusión de que España tenía que dejar de ser un régimen medieval (Maurice Duverger) como fuese y tanto el miedo como la resignación y un modesto acomodo al capitalismo postindustrial les convenció de que el ejército aplastaría la ruptura. Pocos podrían imaginar el fracaso que Suresnes y la humilde clase media española le depararía a la izquierda real cuarenta años después de haber perdido la guerra. Gil de Biedma fue de los pocos que en los años sesenta acertó en decir que el miedo y la esperanza estaban quedando abolidos.
 La sociedad española estaba muy atrasada y quienes movían los hilos de todo aquellos estaban en Los EEUU y en la Internacional Socialista, es decir, en Alemania. Si, España era un un pintoresco país de cupletistas, chistes insoportables, balduinos y fabiolas en el que con seguir tirando nos dábamos por satisfechos, pero la ignorancia se experimentaba como un mal que había que corregir y la libertad no se confundía con la ley del más fuerte ni con banalidades. Un tesoro de polvo y lágrimas había hecho que la sociedad española preservase el discernimiento y la capacidad de ruborizarse. “Lástima que sean siempre los mejores propósitos, decía Juan de Mairena, aquellos que se malogran mientras progresan las ideas de los tontos”. Conservadurismo si, pero de la salud y no de la sarna. Esto es lo que venía a pedir este personaje machadiano que nunca existió, pero que, junto con Miguel Hernández representa a todos los españoles para los que el tranvía siempre llega completo, en especial a todos aquellos despreciados e ignorados que en medio de tantos siglos de humillación no se detuvieron ante el victimismo, rectificaron, se educaron y lograron mantenerse en el error de amar a España.

Ricote: Salí, como digo, de nuestro pueblo, entré en Francia, y aunque allí nos hacían buen acogimiento, quise verlo todo. Pasé a Italia y llegué a Alemania, y allí me pareció que se podía vivir con más libertad, porque sus habitadores no miran en muchas delicadezas: cada uno vive como quiere, porque en la mayor parte della se vive con libertad de conciencia.

El cuadro Options (1917), del norteamericano Dean Cornwell contrasta con otro del mismo autor titulado Priest, Spanish City (1921). No se trata de elegir amargamente entre ambos. Tampoco la idea que tuviera Dean Comwell de España es la única posible, entre otras cosas porque solo se refiere a un sector de la sociedad española que conviene poner en relación con el conocido diálogo entre Sancho y el morisco expulsado Ricote.
 Según el hispanista John H. Elliot, el viaje que llevó a cabo por España en la década de los cincuenta fue su primer contacto con la pobreza extrema. Hasta 1975 las leyes apenas si cambiaron y las estructuras del franquismo se convirtieron en un anacronismo desbordado por la realidad social que amenazaba con desplomarse sobre quienes permaneciesen en su interior. Como veremos más adelante, este deterioro interno y distintos intentos de reformar el sistema mediante un tipo de democracia orgánica y corporativista hace pensar que quienes decidieron la autoliquidación de las Cortes franquistas e incluso algunas de las personas que dirigieron el proceso tenían motivaciones distintas (mantener sus privilegios, autoamnistía, acuerdo entre élites…) a las que ha impuesto la historia oficial de la Transición, un mito tan falso como el del Milagro español de la década de los sesenta.

lunes, 29 de enero de 2024

La Heroica, de Beethoven. El oyente medio de conciertos es incapaz de experimentar hoy su significado objetivo. La escucha como si se la hubiese compuesto para ilustrar las observaciones del comentarista del programa. La composición ha sido cosificada, convertida en una pieza de museo, y su representación se ha vuelto una ocupación de recreo. Max Horkheimer

 La enseñanza y la difusión cultural han avanzado. A la mayoría de los trabajadores se nos trata en público como a personas hechas y derechas e incluso cada vez se tolera mejor a ciertos disidentes, pero nuestra aurora nunca llegará. No porque se hayan parado las agujas de acero (Borges) del tiempo como dicen algunos, sino porque estas funcionan cada vez más rápido y el relojero no quiere que se muevan en la dirección correcta. Los locos a los que no les quedan bien los nombres (Roque Dalton) son una especie en vías de extinción y el orden del mundo nos obliga a olvidar para que sirven los labios. Borrón y cárcel nueva (Ángela Figuera).

“Toda visión de las cosas que no es extraña, es falsa”, Paul Valéry.

 Solo conocemos algo cuando somos capaces de dilucidarlo críticamente abandonando la absurda idea de que la verdad es cuestión de gustos. El arte debe ser perturbador y si las obras que más se opusieron a los convencionalismo estéticos burgueses acabaron como símbolo de distinción y como decoración de las sedes de las multinacionales es porque vivimos un mundo de apariencias que nos impide conocer los motivos por los que hacemos cosas que no queremos; descubrir las causas por las que lo uno toma la forma de lo otro o saber por qué nos hace llorar una gota de agua en el cristal. Evitar el relativismo moral sin caer en la verdad militante también requiere de una teoría crítica que denuncie el uso instrumental de los seres humanos y ofrezca recursos para identificar los poderes que "determinan la existencia individual hasta en sus zonas más ocultas" (Adorno).
 El pensamiento que no piensa contra sí mismo se vuelve ideológico, “en algo de la misma calaña que la de la música de acompañamiento con que las SS gustaban de cubrir los gritos de sus víctimas” (Dialéctica negativa). Aquel ejemplar corruptor de la juventud que fue Sócrates comprendió en los albores de la razón que la justicia, la filosofía y la belleza tienen una irrenunciable función práctica. Este es uno de los motivos por los que debemos volver a sus enseñanzas gratuitas, ofrecidas al raso y de asistencia voluntaria. Así lo entendía Bertolt Brecht cuando decía que le gustaría ser sabio.

La verdad no se encuentra al principio, sino al final. Lenin

“Llega a ser lo que eres”. En palabras de Adorno, este es el mensaje que la industria cultural y sus historias de éxito nos inculcan con una sonrisa sarcástica. Por contra, en su Libro de los abrazos, Eduardo Galeano escribe que “al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos”. También Elena Poniatowska afirma que “la finalidad de la vida no es prosperar, sino transformarse” y de la misma opinión debieron ser Pablo de TarsoSan Agustín. Nuestro verdadero ser no es el punto de partida, sino el de llegada.
 "No en la primera página sino en la última página de la crónica es donde está escrito el nombre verdadero del héroe; y no al comenzar sino al acabar la jornada, es cuando acaso pueda decir el hombre cómo se llama" (León Felipe). Pero la dictadura del trabajo enajenado con la que nos ganamos la vida, algo “que, paradójicamente, es la forma más estúpida de perderla” (Emilio Lledó) nos hace como esos prisioneros que Miguel Ángel no terminó de esculpir y cuyo verdadero rostro nunca llegaremos a conocer. Ya sea por adulación, miedo o ignorancia, quien siempre ha sido visto con buenos ojos por el poder jamás ha penetrado en su propio ser.

-¿Crees en la vida futura? - La mía siempre lo ha sido. ( Final de partida. Samuel Beckett) 

 El propósito de Beckett al escribir Final de partida no era convencernos de que el tiempo es oro como proclaman quienes han mercantilizado los aspectos vitales de nuestra existencia convirtiendo al ser humano en una máquina obsesionada por el rendimiento y la imagen. Beckett tampoco se refiere a esa ideología del crecimiento personal que pese a su aparente optimismo no es otra cosa que adaptación resignada a una forma de vida desdichada. Lo que quiere Beckett es que nuestra existencia no se reduzca a preludio y drama. Esta es la idea que le transmitió a Rilke la contemplación del Torso de Mileto expuesto en una sala del Louvre. Se trata de una escultura que ha perdido la cabeza, los genitales, los brazos y la práctica totalidad de sus piernas, pero no hay un solo lugar que no te vea. Debes cambiar tu vida.
 La felicidad, al igual que la eudaimonia aristotélica es resultado de nuestra plena autorrealización y, como tal, ajena por completo tanto a la felicidad fraudulenta como a la acumulación de bienes o conocimientos cuyo único destino es la vitrina. Por bien que el gran camastrón nos haya enseñado a engañarnos a nosotros mismo y a los demás, quien “vive vanamente, pena en vano” (Berthold Auerbach).

“Pensar estorba a los negocios" (T. Adorno).

Puede parecer extraño, pero es a esta hegemonía de la ideología capitalista a lo que el neonitzscheano Peter Sloterdijk llama el fin de las ideologías. Según Sloterdijk, el hueco que ellas han dejado lo habría ocupado el neofatalismo y un cinismo que, en rigor, también sería neo: la gente no actuaría engañada por ninguna ideología, sino de forma consciente. La réplica a Sloterdijk corrió a cargo de Slavoj Žižek, filósofo neomarxista para quien hay algo más que ingenuos o cínicos. Según Žižek, la ideología no está en el saber, sino en el hacer porque es la propia realidad la que está estructurada por la ilusión. Por ejemplo, "ellos saben que su idea de Libertad encubre una forma particular de explotación, pero aún así, continúan en pos de esta idea de Libertad". 
 Según Louise Lawler, la protesta contra la perversión del arte por parte de los lobbys se ha convertido en una técnica de mercadotecnia. Pero, por ejemplo, ¿podemos llamar cinismo al hecho de ser consumista sabiendo que no pagamos con dinero, sino con nuestro tiempo de vida?. Sin citarlo expresamente, tanto Sloterdijk como Žižek se están refiriendo de manera distinta a la satisfecha adaptación ideológica que ya había denunciado Theodor Adorno, filósofo al que Sloterdijk considera superado. Para Adorno, la realidad dada es ideología de sí misma, por lo que "saber lo que se hace” no elimina la ideología, sino que demuestra hasta que punto esta ha calado en los individuos. Cantamos a la honestidad, la integridad o la generosidad, pero rara vez son estas cosas inútiles las que rigen nuestra conducta. Cada persona es tanto producto de la historia, como su potencial transformadora, pero que hayamos renunciado a esta segunda dimensión no quiere decir que la historia haya llegado a su fin, sino que hemos interiorizado su ideología. “Esto es la razón de que muchas ocupaciones del tiempo libre sean estúpidas” (T. Adorno) 

"El predominio de las necesidades represivas es un hecho cumplido, aceptado por ignorancia y por derrotismo, pero es un hecho que debe ser eliminado tanto en interés del individuo feliz, como de todos aquellos cuya miseria es el precio de su satisfacción". Marcuse


 El precio tan elevado que he tenido que pagar para ser libre me ha permitido comprender que quien nunca ha estado oprimido jamás comprenderá lo que es la libertad ni la democracia. La libertad y la democracia no existen de forma abstracta ni se limitan al ámbito político como afirma el lenguaje de los rufianes. Ambas se encuentran más abajo y son condición de posibilidad para el arte. Si se nos da libertad para votar es porque somos dependientes económicamente. 
 El poder impone significados y hablar de democracia en un pueblo sin cultura profunda, de libertad de expresión sin libertad de pensamiento o de igualdad en un sistema en el que no todos tienen las mismas oportunidades ha hecho que estas palabras entren en conflicto consigo mismas. La liberalización del derecho del trabajo, la “libre elección de amos" (en el supuesto de que ello fuera posible) o "escoger entre una amplia variedad de bienes y servicios" no son hechos que demuestren la existencia de libertad, sino la eficacia de los controles sociales". Nos autoengañamos para seguir tirando, pero no es lo mismo ser libre que sentirse libre. Que un esclavo admita ser un mueble o que haya trabajadores satisfechos con los empleos absurdos a los que consagran sus vidas no quiere decir que la esclavitud y el mercado sean justos. Podemos hablar de robots alegres como hace Wright Mills, pero la libertad a la que cantaron Miguel Hernández o el escritor trapero y pocero Louis-Marie Ponty sigue siendo la eleutheria aristotélica y aquello que para Don Quijote era “uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos” sigue siendo la misma 
 Parece milagroso que se hayan vuelto partidarios de la libertad quienes antes eran sus enemigos, pero ya Marx nos recordaba que "nadie combate la libertad; a lo sumo combate la libertad de los demás. La libertad ha existido siempre, pero unas veces como privilegio de algunos, otras veces como derecho de todos". "Decidme lo que habéis visto los que estabais con la cabeza vuelta" (Gabriel Celaya).

Delante de tu tumba, de tu espíritu permanecido aquí abajo entre estos libres. P.P. Pasolini

 Séneca enseña a Lucilio que el tiempo que dedicamos a alguien es un bien que nunca se restituye, por lo que debemos ser tan agradecidos con quienes nos lo ofrece como cautos a la hora de malgastar nuestro propio tiempo de trabajo. Estos consejos pueden parecer tan anacrónicos como persistir en la curiosa posición de acatar las normas tanto cuando nos benefician como cuando nos perjudican. Perseverar en expresiones tan denostadas como “conciencia deformada de las relaciones sociales reales”, "fetichismo de la mercancía" o alienación” nos convierte en una tienda de antigüedades.
 Juan de Mairena no era marxista, pero también opinaba que hay “hombres tan profundamente divididos consigo mismo que creen lo contrario de lo que piensan”. Juan de Mairena se preguntaba si convenía estar de vuelta de todo sin haber ido a ninguna parte y Bukowski nos recuerda que es “bastante fácil parecer moderno cuando en realidad se es el mayor idiota que jamás ha existido”

Aquí la envidia y mentira /  me tuvieron encerrado.  Dichoso el humilde estado /  del sabio que se retira /  de aqueste mundo malvado. A la salida de la cárcel, Fray Luis de León

El no-yo se ha impuesto al yo. La máscara ha triunfado y el lugar de la libertad real lo ocupa la mentira que ofrecen bajo el mismo nombre ciertos regidores del pueblo de los rebuznadores, trileros rapaces a los que solo unos pocos les pueden arrojar aquel latinico que a Cervantes le parecía trillado y fácil de encontrar: «non bene pro toto libertas venditur auro». Tener que ganarse la vida en una sociedad que ha mezclado la fantasía neoliberal de los mercados autorregulados con la exhibición orgullosa del casticismo reaccionario es un drama cotidiano ante el que todos vuelven la cara. La lectura o Mujeres riendo mientras contemplan a un hombre que se masturba, de Goya no han perdido vigencia en nuestra nueva banalidad del mal.  Si ya no podemos más y decidimos dejarlo todo debemos recordar los versos de Miguel Hernández.
 
 Vengo muy satisfecho de librarme 
 de la serpiente de las múltiples cúpulas,
 la serpiente escamada de casullas y cálices: 
 su cola puso acíbar en mi boca, sus anillos verdugos
 reprimieron y malaventuraron la nudosa sangre de mi corazón. 
 Vengo muy dolorido de aquel infierno de incensarios locos,  de aquella boba gloria: sonreídme...
 
 Me libré de los templos: sonreídme,  donde me consumía con tristeza de lámpara 
 encerrado en el poco aire de los sagrarios. 
 Salté al monte de donde procedo,  
 a las viñas donde halla tanta hermana mi sangre, 
 a vuestra compañía de relativo barro.

“La libre emisión del pensamiento es un problema importante, pero secundario y supeditado al nuestro, que es el de la libertad del pensamiento mismo. ¿De qué nos serviría la libre emisión de un pensamiento esclavo?”. Juan de Mairena,

 Nuestra libertad de pensamiento vive prisionera del mundo del comercio donde la generosidad es un error y cambiar dinero por libertad se considera locura. Los sensatos son quienes “guardan su libertad para el otro mundo y se esclavizan en este”; el esclavo que cantando a la libertad “se consuela de su esclavitud” para nunca romper sus cadenas y los que “cuando predican libertad no piensan mas que en una: en la de disponer de la mujer del prójimo” (Unamuno). Hoy, como en tiempos del insobornable Don Quijote, quien logre ver la verdad que hay tras las falsas apariencias y quien se niegue a repetir lo que afirman los malhechores bajo el disfraz del poder es un loco que por el bien de todos debe sanar o encerrarse en su casa. Al reintegrarse a la normalidad el Caballero de la Triste Figura no volvió a salir más, dejó de decir disparates y murió.

La indiferencia no te ha dejado indiferente.. (Un hombre que duerme, de G. Perec)

 La indiferencia es un mal social e individual. Para Gramsci, la indiferencia actúa como  fuerza histórica que se rebela contra la inteligencia y permite que se "aten los nudos que luego solo la espada puede cortar". Se trata de un absentismo injusto disfrazado de fatalidad que arrolla tanto al activo como al indiferente. La razón es fruto de la experiencia y el desacuerdo, es decir, de nuestro diálogo con una realidad que nunca se llega a conocer sin la negación y sin el contacto con personas que no piensan igual que nosotros. Tampoco el verdadero arte es distracción ni estilización de la chabacanería. El arte debe provocar el extrañamiento social de los dominados para evitar la falsa concordia que se acaba convirtiendo en resentimiento sadomasoquista. 
 La pradera de San Isidro y la Romería de San Isidro, de Goya, muestran una misma realidad desde distintos puntos de vista. En el primer caso se nos ofrece la armoniosa convivencia entre las diferentes clases sociales que todos los gobiernos quieren presentar al público. El segundo expresa sus consecuencias: el horror interior y exterior de la España roída de buitres mediante una muchedumbre formada también por gentes de todas las clases sociales que parecen arrastrarse hasta el espectador. Goya sabía que la autonomía del arte es menor que sus pretensiones.

Los jóvenes “han vuelto más atrás que sus padres, resucitando en su alma terrores y conformismos...que parecían superados para siempre”. P.P. Pasolini

 Pasolini se refiere al conjunto de signos no verbales que, como el aspecto físico, formaron parte de la subcultura de la oposición, pero que acabaron integrándose de forma inocua en la subcultura del poder. La sociedad siempre prepara trampas para atrapar a los jóvenes, pero la docilidad con la que desde entonces vienen cayendo en ellas es sorprendente. No estoy especialmente orgulloso de mi pasado ni de mi generación, pero, al menos, he sido consciente de mi posición social y de mi ignorancia. Dudar es ya una forma de pensar lo suficientemente sólida como para que nadie en su sano juicio se llegue a creer las  afirmaciones de la posmodernidad. Si aún así insistimos en tomarnos en serio la función que se nos ha encomendado lo mejor es evitar libros tan enloquecedores como “Muerte de un viajante” o “Historia de una escalera

“hablar impropiamente no es sólo cometer una falta en lo que se dice, sino causar un mal a las almas” ( Palabras de Sócrates en Fedón, de Platón).

Cuando el ethos capitalista ha penetrado en todos los ámbitos de la existencia es difícil no sentirse una máquina inútil.  Ya no se reconoce la falta de neutralidad del lenguaje ni los hilos invisibles con los que este teje la vida cotidiana. En mi soledad física e intelectual extrapolé el lenguaje escrito al hablado, procurando, como había leído en Cicerón, expresarme con la adecuada exactitud, claridad y ornato. Pero, según parece, aquello estaba muy mal visto desde hacía siglos. Había cosas que se podían escribir, pero no decir y yo no era escritor. Por contra, lo que a mí me irritaba de quienes me lo reprochaban era la naturalidad con la que ellos reproducían la jerga de los medios de comunicación, ese escuchar en otras voces las mismas sandeces que se repetían en la televisión. Las televisores deberían llevar un letrero advirtiendo del peligro para la salud que representan tanto para sus usuarios como para los vecinos que soportamos su ruido sin más defensa que la buena voluntad de su propietario.

La afirmación de que la justicia y la libertad son de por sí mejores que la injusticia y la opresión, no es científicamente verificable y, por lo tanto, resulta inútil. Max Horkheimer

 Pensar como pensamos no es un acto inmediato de nuestra voluntad. Según algunos, el propio conocimiento científico que se trata de emular lleva incrustado el carácter ideológico que ya está en las estructuras sociales que lo promueven. La lógica técnica también se presenta a sí misma como más valiosa que la reflexión y que las afirmaciones que proceden de la filosofía o la religión, pero no siempre somos conscientes del sesgo ideológico ni de los distintos niveles de capacitación profesional de los científicos. C. Lasch lo expresó con claridad: “Cuanto más tecnificado y recóndito sea un producto, más convincente sonará. De aquí la cualidad omnipresente, en nuestra cultura, de esa jerga encubridora que es la seudociencia”. Pierre Bourdieu también nos recuerda que el mundo científico no es desinteresado, sino que está orientado a la obtención de beneficios empresariales, académicos y personales. En el mejor de los casos, no podemos olvidar que la ciencia no es la verdad, sino una parte de ella. La ciencia tampoco es un fin, sino un medio para la felicidad humana y ni la elección de los temas objeto de investigación ni la difusión de los resultados quedan al margen de las relaciones de poder que compiten en la sociedad real. Algo parecido podemos decir también de la filosofía porque, como nos recuerda Kant, más que aprender filosofía lo que debemos es aprender a filosofar sin enmudecer ante los grandes nombres. P. Aubenque nos recuerda que el propio Aristóteles del que hablamos es un Corpus editado en el siglo I y no el hombre que vivió en el siglo IV. Un hombre que, según Pascal bromeaba con los amigos y padecía del estómago.

“...la opinión necia es tratada con el mismo respeto que la inteligente...Esta tolerancia pura de lo sensato y lo insensato es justificada por el democrático argumento de que nadie, sea grupo o individuo, se halla en posesión de la verdad ni se hallaría en condiciones de determinar qué cosa es justa o injusta, buena o mala”. Tolerancia represiva, Marcuse.

 La verdad no es inmutable ni compacta, pero existe. Sin embargo, con las viejas certezas ha ocurrido lo mismo que con Aristóteles a lo largo del Renacimiento: se han rechazado, pero no se ha aportado nada original que las sustituya. Según Adorno, menguado el conocimiento, los cognoscentes pierden la capacidad primaria para separar lo esencial de lo inesencial, sin que ninguno sepa realmente cuál es la causa y cuál el efecto. El gran salto atrás que supone borrar las contradicciones suprimiendo toda jerarquía entre acontecimientos ha dado lugar a una nueva ignorancia narcisista en la que lo banal se sitúa al nivel de lo trascendental.
 Nuestra nueva locura es la “terrible cordura del idiota” (Machado), aquella que, al contrario que la del cabal Don Quijote, nos hace ver apacibles molinos donde en realidad hay temibles gigantes. Por contra, ciertos rasgos que Unamuno atribuyó al desatendido Sancho Panza se han generalizado, entre ellos ese tener por cuerdo al loco que con su locura prosperó en bienestar y suerte, mientras se estima loco al cuerdo a quien su cordura le impidió cobrar fortuna. 

Farolas con frío y aleros mellados, Javier Egea.

 La felicidad cotidiana requiere una base material, pero también un perfeccionamiento de nuestra cultura y sensibilidad en constante lucha contra las fuerzas que nos tratan de idiotizar e insensibilizar. Escudriñando en nuestro interior sin dirigir la atención al exterior es imposible ser feliz, sobre todo cuando se nos ha formado en la culpa y el pecado. No basta con pedalear en una bicicleta estática o andar en una cinta encerrados en el gimnasio: necesitamos sentir las farolas con frío y los aleros mellados a los que dedicó sus versos Javier Egea. El libro de Hartmut Rosa titulado "Resonancias" penetra eruditamente en muchos temas relacionados con el arte de vivir que van más allá de los aspectos "estructurales" a los que me refería al comienzo, pero su lectura me dejó la sensación de que ni este afamado politólogo vive en un barrio como el de la mayoría de la gente ni su empleo es como los que yo he sufrido a lo largo de mi frustrante vida laboral. También Freud había observado las dos caras de unos pequeños consuelos que unas veces se devalúan y otras se espera demasiado de ellos, pero prestó poca atención a las condiciones sociales que influyen en la conducta humana. Es fácil decir que debemos ser nosotros mismos, pero pocos pueden serlo, incluso entre quienes han logrado llegar a conocerse.
 Debemos mejorar nuestra relación con el entorno y escuchar profundamente el rumor de la lluvia de la misma manera que lo hace la semilla que germina (Bergamín). También podemos encontrar resonancias en el mundo de la ópera, pero si no descubrimos un remedio democrático a la coacción sobre la que se sustenta el trabajo enajenado difícilmente disfrutaremos con El ocaso de los dioses, de Wagner.

Recuérdalo tú y recuérdalo a otros. Luis Cernuda

 Olvidar el pasado de la clase social subordinada de la que venimos es, como escribe Carlos Fuentes, “condenarnos al olvido de nosotros mismos. La justicia que ellos reciban será inseparable de la que nos rija a nosotros mismos”. Hemos acabado con los dioses celestiales, pero en su lugar adoramos a los terrenales. Asumimos las identidades que nos asigna la democracia capitalista y entregamos el poder político a quienes ya tienen el poder económico en lugar de utilizarlo como su contrapeso Aceptamos resignadamente tener que hipotecarnos cada vez más para disponer de una vivienda, los retrasos en la edad de jubilación o que debamos dedicar la mayor parte de nuestra vida a obedecer las órdenes de cualquier patrón para ir tirando. Sin embargo, el sacrificio que ello supone no se traduce en desprecio hacia el obsceno enriquecimiento de los famosos, sino hacia quienes viven de modestos subsidios. Romain Gary llama sociedad de provocación a la que hace exhibicionismo de su riqueza para promover el lujo entre aquellos a quienes niega los recursos para satisfacerlo. A estas democracias dirigidas en la que los medios de comunicación modelan las conciencias es a lo que Sheldon Wolin denomina “totalitarismo invertido".

Vivimos en un mundo donde el funeral importa más que el muerto, la boda más que el amor y el físico más que el intelecto. Vivimos en la cultura del envase que desprecia el contenido. Eduardo Galeano

 Byung-Chul Han discrepa de Illouz cuando la autora de La salvación del alma moderna afirma que el amor se ha feminizado en el sentido de que solo nos referimos a él con palabras "suaves" y "tiernas. Por contra, la opinión de Han es que el amor también se ha positivado para mostrarse como un confortable objeto de consumo.  
"El amor se positiva hoy como sexualidad, que está sometida, a su vez, al dictado del rendimiento. El sexo es rendimiento. Y la sensualidad es un capital que hay que aumentar. El cuerpo, con su valor de exposición, equivale a una mercancía".  
 Han expresa el cambio de la anterior sociedad disciplinaria a la libertad neoliberal mediante la sustitución de la vieja palabra "deber" por el motivador verbo "poder". Han tampoco comparte las simpatías de Foucault hacia el neoliberalismo o "sistema del Estado mínimo" que, según él, posibilita la libertad de los ciudadanos. Han opina que Foucault parece no haber visto que la "coacción propia es más fatal que la coacción ajena, ya que no es posible ninguna resistencia contra sí mismo". La coerción socioeconómica sigue existiendo, pero tan difusa que quien fracasa no encuentra más culpable que a sí mismo. Pese a sus consignas, al capitalismo no le interesa la buena vida aristotélica, sino la mera vida por lo que el sujeto del rendimiento acaba fetichizando la salud por la salud misma y se convierte en un "superviviente", es decir, un "no muerto" que es alguien "demasiado muerto para vivir y demasiado vivo para morir". En tales circunstancias, la "resignación" que antes era exclusiva de los entierros se ha convertido en nuestra forma de vida.

Los que dicen que escriben versos/ mejor que los dioses, no serán/ castigados como Niobe, que tejía /mejor que las diosas y osó/ decirlo y le mataron /los hijos y la convirtieron en mármol. No. Hoy/ a esos poetas darán /becas, puestitos, los /nombrarán embajadores y/ marmolizarán su respiro. Juan Gelman

 Según Leo Löwenthal, el actual concepto de cultura popular se contrapone al de arte. La belleza salva al ser humano, pero las mercancías estetizadas son una reproducción manipulada de lo que nos domina. Es cierto que "aumenta la familiaridad con el gran arte, pero el conocimiento sin experiencia auténtica, enraizada en la predisposición crítica, sólo sirve para apoyar el sistema". Esta experiencia estética auténtica es la que hace “que incluso los objetos más familiares se vuelven extraños” (Juliane Rebentisch). Lleva razón Menke cuando, de acuerdo con Adorno, revela el carácter político de la lucha por la belleza. El arte documenta cada época y da voz a los perdedores, no por espíritu romántico, sino porque la sociedad es contradictoria e injusta. Para lograrlo, el arte requiere abismos, disgusto y adversidad, por lo que es razonable que la sociedad del negocio y su discurso terapéutico que lo aplana todo impidan un arte sincero. La belleza o, al menos, su apariencia se utiliza con fines comerciales o de autopromoción personal. Solo hay lugar para mercancías artísticas, lobbies y comunidades de trepas. Juan Gelman, para quien toda poesía es hostil al capitalismo, lo expresa poéticamente.

“Si el miedo y la destrucción son las principales fuentes emocionales del fascismo, el Eros corresponde primordialmente a la democracia". T. Adorno

 El Banquete es un Diálogo de Platón que nos introduce en un simposio. La comida y la bebida que comparten quienes en él participan crean el ambiente adecuado para reflexionar acerca del Eros y del amor como estímulo para el conocimiento que tanto influirá en Max Scheler. Sócrates nos ofrece el siguiente testimonio que sobre el mismo escuchó de Diotima: "...ninguno de los dioses ama la sabiduría ni desea ser sabio, porque ya lo es, como tampoco ama la sabiduría cualquier otro que sea sabio. Por otro lado, los ignorantes ni aman la sabiduría ni desean hacerse sabios, pues en esto precisamente es la ignorancia una cosa molesta : en que quien no es ni bello, ni bueno, ni inteligente se crea a sí mismo que lo es suficientemente. Así, pues, el que no cree estar necesitado no desea tampoco lo que no cree necesitar...Eros es amor de lo bello, de modo que Eros es necesariamente amante de la sabiduría, y por ser amante de la sabiduría está, por tanto, en medio del sabio y del ignorante. Y la causa de esto es también su nacimiento, ya que es hijo de un padre sabio y rico en recursos y de una madre no sabia e indigente".
  En su libro La agonía del Eros, Byung Chul Han se ocupa de la supuesta decadencia que este amor del que nos habla Sócrates estaría experimentado hoy en día. La portada un poco kitsch elegida por la editorial Herder parece contradecir el contenido, pero el texto merece la pena. 
 El libro empieza con una teoría de Eva Illouz, según la cual, el enfriamiento del amor se debe a la racionalización que del mismo se ha hecho en la sociedad actual. Han no está de acuerdo y prefiere situar el problema en el contexto de la generalizada erosión que sufre el otro en nuestro infierno de lo igual, homogeneización que solo admite diferencias consumibles. La ausencia de negatividad habría producido un individuo narcisista al que el "mundo se le presenta solo como proyecciones de sí mismo". La ausencia de negatividad debilita el logos y solo permite la repetición de lo mismo. Según Hegel, "algo es viviente, solo cuando contiene en sí la contradicción".

"Razones para seguir con vida”, de Matt Haig

Vivir como se escribe no es fácil, por lo que siempre ha habido quien ha preferido escribir lo que otros han vivido, pero el actual divorcio entre vida y producción artística e intelectual es total, no solo entre los autores, sino también entre el público. Los libros y el arte en general han perdido la capacidad que tuvieron en el pasado para influir en la realidad y hoy en día un libro de protesta social se puede convertir en un éxito editorial sin que nadie haga nada para cambiar las cosas. Un ejemplo de ello es el superventas “Razones para seguir con vida”, libro de Matt Haig en el que se afirma que la sociedad actual está hecha para deprimirnos porque si fuésemos felices con lo que tenemos no necesitaríamos cremas rejuvenecedoras ni cambiar de coche en cuanto aparece un nuevo modelo, por lo que estar tranquilo es un acto revolucionario.

Prometeo, “héroe cultural de la fatiga”. Marcuse

 A finales de los años sesenta, el novelista norteamericano Kurt Vonnegut, afirmaba que la mentira más destructiva de su país es creer que cualquiera puede hacerse rico. La culpa interior que sufren quienes no lo logran estimula la autoexplotación. Marcuse ofreció una visión de Prometeo como “héroe cultural de la fatiga” y del trabajo considerado como fin y no como medio que Byung-Chul ha sabido sintetizar y actualizar mediante una crítica a expresiones como el "Yes, we can" de nuestra "sociedad del cansancio". El “sujeto del rendimiento, que se cree en libertad, se halla tan encadenado como Prometeo”, Titán que quiso compensar la debilidad de los seres humanos frente a los dioses ofreciéndoles los poderes del fuego necesario para la industria y el arte. El águila que como castigo “devora su hígado en constante crecimiento es su álter ego" con el que mantiene "una relación de autoexplotación". 
 En el polo opuesto a la fatiga se encuentran Orfeo, el que canta; el autoerotismo de Narciso, contrario a la alienación y Dionisos. Adorno admitía la compatibilidad entre este rencuentro del ser humano consigo mismo y su dialéctica negativa porque ellos representarían el dar y el recibir, un principio de paz y gratificación tras el esfuerzo que los descarta como héroes culturales del mundo administrado occidental. El móvil del “círculo vicioso exasperante” en que ha caído el mito de Prometeo es la ambición y no ese amor al trabajo, un tanto patológico, que llevaba al coronel Aureliano Buendía a cambiar pescaditos por monedas de oro para luego convertirlas nuevamente en pescaditos. Como ya planteara Aristóteles, sigue siendo necesario armonizar el conocimiento de las disciplinas útiles para la vida con aquellas otras que tienden a formar hombres justos y decentes que podrían parecer inútiles. (Política).

Byung-Chul Han: “Quien fracasa en la sociedad neoliberal del rendimiento se hace a sí mismo responsable y se avergüenza, en lugar de poner en duda a la sociedad o al sistema...Esta autoagresividad no convierte al explotado en revolucionario, sino en depresivo”.

Byung-Chul Han y Rainer Mausfeld escriben que quien fracasa en la sociedad del rendimiento se hace a sí mismo responsable y se avergüenza en lugar de poner en duda la sociedad o el sistema. El verbo “poder” ha resultado superar los límites a la explotación que el verbo “deber” imponía en la vieja sociedad disciplinaria. C. Lasch ya había observado la infatigable cadena de críticas contra el yo a que estaba dando lugar esta nueva asociación entre el superyó y Tánatos. Para Alain Ehrenberg, del sujeto del rendimiento se ha borrado todo rastro de conflicto social porque, al igual que las máquinas, o funciona de forma rentable o está estropeado, es decir, deprimido. Según esta ideología solo existen elecciones individuales y los ganadores se convierten en virtuosos por el mero hecho de haber ganado. Por lo general, la conciencia política siempre ha sido mayor entre las clases altas, pero el culto a la autoridad por parte de los frustrados se ha vuelto a imponer como en los tiempos del nazismo. El todo vale y el arribismo ocultan la vida real tras un escenario de fantasías, mercados y estadísticas repletas de metáforas contaminadas (liderazgo, herramientas, management, equipos..feedback!) con las que se trata de exhibir una falsa neutralidad positiva. Todo son estímulos engañosos para que sigamos trabajando más allá de lo inevitable, pero si pese a nuestros esfuerzos no conseguimos el éxito ni la felicidad es por culpa de quienes viven de los subsidios y de -los cada vez más escasos- anticapitalistas que ahora reciben el nombre de populistas.

Por más que algunas personas hayan roto el techo te cristal, los “escitas no adelantaron paso alguno hacia la civilización helénica porque Grecia contase con un escita entre sus filósofos” (Marx).

 El filósofo al que se refiere Marx es Anacarsis, príncipe escita del siglo VI “antes de la era vulgar” para el que las leyes no eran más que telas de araña donde se enredan los débiles y que rompían sin trabajo los poderosos. Como buen conocedor de la Grecia clásica, Anacarsis también se interesó por el arte de vivir como así lo muestra en otra de sus frases : “Es un gran mal el no poder sufrir mal alguno; es menester sufrir, para sufrir menos”. En su viaje a Grecia se encontró con un orgulloso ateniense que se burló de él por haber nacido en Escitia, a lo que que Anacarsis respondió: “A mí me deshonra mi patria; pero tú eres el deshonor de la tuya”.

“Cuesta ver por qué quienes ascienden gracias a su talento merecen mayor premio que quienes pueden ser personas igual de esforzadas, pero menos dotadas de los dones previos que una sociedad de mercado casualmente valora más”. Michael J. Sandel

 Las víctimas del poder deben justificar su infelicidad en su escaso "valor de cambio": en una falta de mérito, talento o diligencia que cotiza a la baja en el no ideológico mercado de valores. Como escribe Sandel, el “problema de la meritocracia no solo estriba en que la práctica nunca está a la altura del ideal”, ya que incluso “es dudoso que una meritocracia, ni siquiera una perfecta, pueda ser satisfactoria ni moral ni políticamente”, en primer lugar porque “no está claro por qué quienes tienen talento merecen las desproporcionadas recompensas que las sociedades de mercado reservan a las personas de éxito”. Se trata de una falsa meritocracia en la que los esfuerzos intelectuales o morales como tales rara vez se recompensan, pero que resulta muy útil para justificar la desigualdad: mientras quienes han logrado sus objetivos se ensoberbecen, los que se han esforzado sin alcanzar sus objetivos se hunden aplastados por el peso de la culpa.

"...el labrador porfiaba con el hidalgo que tomase la cabecera de la mesa, y el hidalgo porfiaba también que el labrador la tomase, porque en su casa se había de hacer lo que él mandase; pero el labrador, que presumía de cortés y bien criado, jamás quiso, hasta que el hidalgo, mohíno, poniéndole ambas manos sobre los hombros, le hizo sentar por fuerza, diciéndole: «Sentaos, majagranzas, que adondequiera que yo me siente será vuestra cabecera»". Don Quijote

Toda teoría social se construye a partir de una ideología y la actual es la ideología de la no ideología que consiste en trasladar a la gente corriente la misma incertidumbre que rige en los mercados, pero manteniendo un mínimo de respeto social que evite el estallido de los sometidos. La industria de la conciencia ha hecho que ya no seamos capaces de distinguir entre inseguridad y flexibilidad o entre liberación y liberalización de compromisos económicos por parte de las grandes empresas. Nuestra adaptación a las leyes del mercado ha sido tan exitosa que nos parece razonable que el combustible que echamos a nuestro coche, la electricidad con que nos iluminamos o el gas con el que calentamos nuestras casas en invierno cambie de precio según el día y la hora. El ciudadano es ahora un respetable consumidor que conoce la evolución de los mercados y como técnico carece de convicciones políticas. El lucro prevalece sobre las personas por lo que para bombardear países por motivos económicos no es necesario declararles la guerra. Llamamos gobiernos técnicos a los gabinetes compuestos por personalidades tan representativas de la ideología dominante como cualquier parlamentario, con la única condición de que no hayan sido elegidos mediante sufragio universal. Trabajamos durante más años que nunca para acceder a una pensión de jubilación que nadie parece garantizar y la vivienda absorbe una parte cada vez mayor de nuestro salario sin la menor crítica a la economía política, sencillamente porque lo que eran diferencias económicas vuelven a presentarse como diferencias naturales.

“cien mil libras de renta son un bonito comentario del Catecismo y nos ayudan maravillosamente a poner la ‘moral en acciones’” (La piel de zapa, Balzac)

 Dos de las bases que sustentan nuestra sociedad son la celebración autocomplaciente del poder y una crítica respetuosa con los límites del capitalismo. El éxito comercial determina la calidad de manera objetiva, por lo que cualquier interpretación que se le oponga será acusada de resentimiento ideológico. La alegría por decreto y la desorientación no eran tan tupidas en tiempo de Balzac, de ahí que pese a su conservadurismo lograse captar el conflicto y las ilusiones perdidas de unos personajes que aspiraban a la gloria y al lujo viviendo de su literatura o de su carrera de Derecho. Tempranamente, la bohemia dejaba de ser un estilo de vida elegido voluntariamente para convertirse en la buhardilla a donde iban a parar quienes fracasaban en su intento de vivir en el seno del lujo, aquellos para quienes “cien mil libras de renta son un bonito comentario del Catecismo y nos ayudan maravillosamente a poner la ‘moral en acciones’” (La piel de zapa, Balzac). La frustración ya no servía para que los desengañados rechazasen la alucinación, sino para hacer de ellos seres atroces. De ahí el éxito de las obras literarias que nos hacen oír los estribillos que se repiten “como los golpes de un aparato mecánico, que desenvuelve su vida ficticia y sin alma” (La piel de zapa, Balzac).

El vulgo es terrible cuando no tiene miedo. Spinoza

Los gobernantes saben que desde hace décadas las guerras no se ganan ni se pierden como antaño, pero tienen poderosas razones para ignorarlo: el negocio armamentístico es más rentable que nunca y desde tiempos de Séneca conocemos la relación que existe entre miedo y poder. La paz en el mundo ha pasado a depender de los fabricantes de armas y una guerra interminable ofrece enormes posibilidades de negocio para una economía capitalista en horas bajas en la que al liderazgo norteamericano le salen competidores. Los tiempos han cambiado y pocos desconocemos que la paz es un asunto colectivo para el que es necesario comprender los argumentos del adversario, de ahí la necesidad de ocultarlos a la opinión pública que permanece tan ocupada en sus espectáculos como los personajes del Teatrillo cómico pintado en 1948 por Pedro Mozos Martínez.

Consejo de Maquiavelo: No conviene irritar al enemigo. Consejo que olvidó Maquiavelo: Procura que tu enemigo nunca tenga razón. Juan de Mairena, Antonio Machado

 Hoy el poder mundial está en manos de atractivos magnates y políticos que amontonan diplomas de universidades prestigiosas. Son de buena familia y las técnicas de mercadotecnia que buscan el voto de los jóvenes nos los presentan como simpáticos e incluso como chicos traviesos que se van de fiesta infringiendo las leyes que ellos mismos han firmado. Su problema es que viven fuera de la realidad. Además, carecen del viejo arte de la política que caracterizó a los feos gobernantes que vivieron la Segunda Guerra Mundial. Según Thomas Piketty, la nueva generación de políticos nos ha devuelto al capitalismo patrimonial de comienzos del siglo XX, una forma de riqueza heredada que entra en contradicción con la democracia. Piketty no es el único economista que ha denunciado esta regresión, pero sí uno de los que mejor la ha documentado y divulgado. Rusia y Estados Unidos no mantienen ya ninguna lucha ideológica, pero esto no hace que el mundo actual sea más seguro que el de mediados del siglo XX. Es cierto que la ideología estimulaba la belicosidad, pero el casus belli es siempre más prosaico. Si hoy es más probable una nueva gran guerra que a mediados del siglo XX es sencillamente porque nuestros dirigentes son menos sensatos, más ambiciosos y desprecian la vieja virtud de la prudencia.

Los hipócritas han utilizado a los Leclerc, a los Varlet, a los Jacques Roux, a las Mujeres Revolucionarias, para romper el cetro del tirano, para derrotar a la camarilla de los hombres de Estado. Hoy pisotean los instrumentos de la revolución. Jacques Roux

Se ha insistido mucho en que el neoliberalismo no fue otra cosa que la respuesta de Reagan y Thatcher al nuevo equilibrio internacional, a los controles estatales y a la creciente resistencia de la clase trabajadora, pero la realidad es que sus sucesores del partido demócrata y laborista no hicieron mucho por cambiar las cosas. Pese a sus gesticulaciones, los partidos de izquierdas que han ocupado el poder en Europa durante las últimas décadas han seguido contribuyendo a la precarización del trabajo y a la privatización de lo que era público más allá de lo estrictamente necesario para el mantenimiento de la jerarquía y el modo de producción capitalista. Según Nancy Fraser, “"El programa neoliberal progresista para alcanzar un orden justo de estatus no apuntaba a abolir la jerarquía social, sino a 'diversificarla' mediante el 'empoderamiento' de las mujeres, las personas de color y los integrantes de minorías sexuales “talentosos” para que llegaran a la cima".

Rojo y Negro, de Stendhal: se experimenta la “insensibilidad más bruta para todo lo que no sean dinero u honores, y el odio ciego contra todos los que sostienen y defienden opiniones contrarias a la suya”.

 Desde hace décadas se viene repitiendo que el progreso tecnológico contrasta con el estancamiento moral, pero se ignora el retroceso en cuestiones emancipadoras. La intelligentsia ya no se enfrenta al orden social, sino que lo justifica, lo que unido a la creciente integración de la clase trabajadora reduce las posibilidades dialécticas de la no identidad a una dimensión formal, nunca sustancial. La frustración fatalista que supone aceptar que no hay futuro es el tema central de novelas como El proceso o El castillo, de Kafka; sin embargo, sus primeros indicios aparecen ya con el triunfo mismo de los ideales ilustrados tal y como podemos leer en Rojo y Negro, de Stendhal

En el último medio siglo, los poderes dominantes, liderados por Estados Unidos han creado un orden global que constriñe y condiciona el marco político e institucional de los estados de forma tan exitosa que ha permitido una paz y una “prosperidad sin precedentes para sus pueblos”. A juzgar por la proliferación de declaraciones, cumbres y convenciones, cabe afirmar que también ha “habido un progreso significativo en la formulación y ratificación de documentos concernientes a los derechos humanos, en la acumulación y publicación de información estadística, e incluso en el cumplimiento de algunos derechos humanos. Pero estos últimos cincuenta años han culminado en una brecha económica sin precedentes entre la décima parte más rica de la humanidad y la quinta más pobre”.

 El rechazo a los grandes relatos que se inició en los años sesenta desplazó la crítica social del ámbito político al ético individual, situación que aprovechó el capitalismo para calmar nuestra conciencia político-moral con mercancías verdes o feministas. Desde entonces todo es post y neo. Se acabaron las ideas nuevas, el cuerpo se cuida más que el entendimiento e incluso los triunfadores viven de sus ilustres cadáveres. El arte que hasta entonces se resistía a ser asimilado se hizo mercenario y al separarse de la vida lo único que cabe esperar de él es imitación, entretenimiento y algo de melancolía. El triunfo del utilitarismo frente a la maduración del entendimiento ha deteriorado la cultura y sus consecuencias afectan al campo intelectual. La innovación, el emprendimiento y la creatividad son conservadoras porque es el poder el que las dirige, pero liberales como Isaiah Berlin, Michael Mann o Norberto Bobbio no siempre encuentran discípulos de su altura. No es este el caso de Thomas Pogge, notable continuador de la tradición centrista de John Rawls y autor de las frases citadas en el encabezamiento.

La “dignidad y la fragancia del Go como arte” habían desaparecido y solo importa ya la puntuación (El maestro de Go, 1951).

 El ser vale menos que el aparentar, no solo en cuestión de ingenio, sino incluso en lo que se refiere a la propia felicidad. No es cosa del espíritu de los tiempos, sino de que la verdad es siempre concreta. Quienes pensaron que la clase trabajadora invertiría esta tendencia burguesa con una ideología que había nacido fuera de ella estaban equivocados. El único imperativo categórico que podía triunfar en una sociedad dominada por el libre mercado era la codicia.
 Al menos en Occidente, el desarrollo tecnológico ha permitido erradicar el hambre y la miseria material, pero el cálculo egoísta está en la raíz de la sociedad de clases y su éxito ha sido tan apabullante que tanto las virtudes clásicas como los principios religiosos y éticos que nutrían al ser humano se han convertido en obstáculos para la diversión, el beneficio y los contactos. Siempre hubo personas cuya pequeñez les hizo tratar a puntapiés las cosas serias, pero en la actualidad son mayoría quienes al perder el amor por lo que hacen también han perdido la decencia. Hoy en día, las preguntas de Sócrates provocan risa porque la picaresca vale más que la honestidad y el nepotismo prevalece frente al esfuerzo. Quien, como Don Quijote, confía en no ser engañado “por la poca gloria que le puede redundar de engañar a quien dél se fía” será aplastado. Yasunari Kawabata encontró un reflejo de esta perversión en el juego de Go, milenaria partida de estrategia que fue más que un entretenimiento de tablero, pero del que toda su elegancia se ha esfumado hasta casi desentenderse del respeto a los seres humanos.

¿Cuándo se le perdió a la mariposa que habita en mí su delicado polvo?, se preguntaba Robert Walser antes de caer fulminado sobre un campo de nieve.

 Se nos anima a ser nosotros mismo sin miedo, pero como si fuésemos alegorías bizantinas que flotan en un espacio irreal fuera del tiempo. Muchos de estos motivadores son como aquello listos de los que hablaban Marx y Engels en "La ideología Alemana" y que, con mejor o peor voluntad, tratan de hacernos creer que para dejar de hundirnos en el agua basta con quitarnos de la cabeza la estúpida idea de la gravedad. Es evidente que debemos percibirnos sin miedo, pero no siempre es posible salir a la calle con nuestro noble proyecto sin sufrir la violencia de quienes quieren que todos seamos como ellos, especialmente cuando dependemos de sus puestos de trabajo para ir tirando. El arte de vivir requiere ser consciente del tipo de sociedad que nos vamos a encontrar tras cerrar el libro.

«¿Cómo había tenido fuerzas para vivir en esta estrechez repugnante? ¿Cómo había podido respirar en ése sótano? Y no solamente vivía, sino que incluso me quedé sana, es asombroso, inexplicable. ¿Como había podido estar allí con el amor al bien? Es incomprensible, increíble» —pensó Vera Pavlovna. "¿Que hacer?", Chernyshevski .

Man in Ruix, Karl Hofer

 Según Simmel, el ser humano tiene una tendencia biológica a la agresividad y según Freud, causar dolor y humillar a los demás e incluso a nosotros mismos forma parte de nuestra dotación instintiva (Tánatos). Para otros autores, se trataría de una violencia cultural o distinta a la de los animales que solo recurren a ella con fines biológicos. En cualquier la cantidad de esclavos que responden al látigo y no a la bondad (Shakespeare) es enorme y no parece que vaya a disminuir. Entre la biología y la creciente manipulación de la conciencia parece que atravesáramos un puente que se pierde entre tinieblas sin saber si vivimos o morimos. En semejantes condiciones nuestra tristeza parece incurable, pero. ¿de donde sacará su aliento el empecinado Pájaro Azul que insiste en dirigirse a los desconocidos con una sonrisa, pese a saber que lo que ama no existe?. Es incomprensible

Una insaciable necesidad de consuelo. Stig Dagerman

Según Bauman, el consumismo es una economía del engaño que apuesta a la irracionalidad de los consumidores. La modernización exige una constante producción de olvido y basura, entre la que se encuentran los individuos basura que al no venderse bien se convierten en excedentes. Muestra de dicha irracionalidad es que el propio tiempo de vida se ha convertido en una mercancía que debemos consumir lo antes posible. Constantemente se nos mantiene ocupados, pero en cuanto cesa el entretenimiento nos inunda lo que Stig Dagerman denomina una insaciable necesidad de consuelo que tratamos de curar con mudras de meditación o de energía vital según proceda, es decir, con más regocijo espurio. Si las personas necesitan tantos estímulos para vivir es porque la vida que se les ofrece está vacía o sometida al principio de dominación. Erich Fromm también había observado que vamos dando trompicones de una depresión/recesión a otra (Bauman), lo que le llevó a pensar que el psicoanálisis y la psicología prestaban más atención a las pulsiones y a las zonas erógenas que a las condiciones sociales en las que se forman los individuos. Las primeras correcciones al biologismo freudiano las había hecho H. S. Sullivan, pero fue Fromm quien dio a la psicología esa nueva orientación política e intersubjetiva de la que estaba necesitado. Una de sus teorías más inquietantes es la supuesta propensión subliminal hacia el autoritarismo, incluso en personas progresistas.

Delante de la luz va la sombra volando como un vampiro. Ernesto Cardenal

A Benjamin le angustiaba no poder hacer justicia a las víctimas que ya habían muerto, de ahí su mesiánica combinación de marxismo y teología. Rimbaud nos hace una pregunta relacionada con esta idea, pero referida a quienes todavía siguen vivos y contemplando el triunfo de la bajeza que los aplasta: "Cuando se agoten sus chimós gargálicos/¿cómo vivir, oh corazón robado?". La mejor respuesta nos la ofrece José Agustín Goytisolo: "no quise callarme ni dejarlos tranquilos con su fúnebre paz/pues ya mi sitio estaba en otro lado/enfrente enfrente con los compañeros/terribles y obstinados".

"¡Ah, dichosos tiempos / sin Freud y sin Marx!". Lêdo Ivo.

 Las constelaciones con que Walter Benjamin abrió mirillas para que las víctimas de las matanzas y los tormentos pudieran ver nos habrían ahorrado mucha de la sangre y la carne que todavía vuela por el aire como gotas de lluvia (Ghayath Almadhoun): la historia sigue siendo la historia de la coacción y los países del primer mundo no acaban de comprender ni tan siquiera las consecuencias que para ellos mismos tiene la desesperación de los aplastados. La maleta de Benjamin se perdió, pero por lo que hemos podido rescatar de su contenido sabemos que hay heridas que no se cierran y que la realidad no es tan indescifrable como aparenta. Lo que ocurre es que "la manera como se presentan las cosas no es la manera como son" (Marx): la verdad está debajo, la injusticia se ha introducido en la ley y los monumentos mienten.   

¿...qué hombre,...si tiene algún discernimiento, mostrará por cualquier objeto, sea el que sea, mayor celo que por el de saber de qué manera debe de vivir?. Gorgias, Platón

 El arte de vivir, como todo conocimiento es posterior a la experiencia e implica una comprensión o aletheia (des-ocultamiento de la verdad), de ahí que el saber de un anciano siempre sea superior al de un niño o al de una inteligencia artificial que hubiesen podido acumular los mismos datos. Lo real actual es lo que ha devenido, pero conviene tener presente “a aquel general napoleónico de noventa años que, asaltada y saqueada una ciudad, y presenciando las repugnantes orgías del amor desenfrenado, reprendía a sus oficiales diciéndoles: “¿Es éste el ejemplo que os doy?”. (Santiago Ramón y Cajal).  Pocos nos permiten comprender el paso del tiempo por nosotros mismos como lo hace el viajero de sienes plateadas al que se refiere Antonio Machado.
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 El rostro del hermano se ilumina 
 suavemente. ¿Floridos desengaños 
 dorados por la tarde que declina ?
 ¿Ansias de vida nueva en nuevos años? 
... 
 ¿Sonríe al sol de oro 
 de la tierra de un sueño no encontrada; 
  y ve su nave hender el mar sonoro, 
 de viento y luz la blanca vela hinchada?

 

Somos lo que hacemos con lo que hicieron de nosotros. J.P. Sartre.

 Esta frase de Sartre es una versión existencialista de una de las teorías más conocidas de Marx. En realidad se trata de una idea que se sitúa en el centro del debate acerca de la libertad de elegir en el que se haya inmerso el propio ser humano desde sus orígenes, pero del que solo comenzamos a ser consciente en la antigua Grecia. A. Rivier considera que el contenido esencial de la tragedia es la conciencia que tienen sus personajes de actuar coaccionados desde su propio interior por fuerzas sobrenaturales en un contexto de aparente libertad que en realidad no es más que constatación de su imposibilidad de comportarse de otra manera. En palabras de Pierre Vernant, lo que Rivier describe es una “decisión sin elección”. Las ideas que aquellos griegos tuvieron de la sociedad, del individuo y de su libre voluntad no son las actuales, pero hay procesos que no han dejado de repetirse de una u otra manera.

la historia confusa / y clara la pena. Antonio Machado

 Los griegos inventaron la inteligencia, de ahí que muchos de sus relatos se asemejen “a las semillas de grano que, encerradas en las milenarias cámaras impermeables al aire de las pirámides, conservaron su capacidad germinativa hasta nuestros días” (Walter Benjamin). La dialéctica implícita en los poemas homéricos, en la tragedia o en los Diálogos de Platón sentó las bases de lo que hoy consideramos indiscutible y nos permitió descubrir la manipulación de la que somos objeto. Con ello nos bastaría para comprender que los aumentos de ansiedad en las sociedades modernas no se deben a la falta de ansiolíticos, sino a su exceso, es decir, a una sobredosis de positividad que mantiene la historia confusa / y clara la pena (Antonio Machado).

Lo “ilusorio del individuo en la industria cultural no se debe sólo a la estandarización de su modo de producción. La condición para tolerar al individuo es que su necesaria identidad sin reservas con lo universal esté fuera de toda duda. La pseudoindividualidad domina por doquier, desde la improvisación estandarizada en el jazz hasta la original personalidad cinematográfica, que, para ser reconocida como tal, se coloca un rizo delante del ojo.” Adorno y Horkheimer

Buena parte de nuestra extraña manera de interpretar y de recordar los acontecimientos viene determinada por la trama ideológica que nos envuelve adoctrinándonos en tres de los grandes pilares que sustentan el capitalismo: consumo, identificación entre libertad e individualismo y respeto a las desigualdades sociales como si se tratasen de algo justo o natural. En tales circunstancias es imposible alcanzar la felicidad porque la mayoría de las cosas que nos hacen felices solo se consiguen mediante el altruismo y la vieja búsqueda de la excelencia griega, es decir, a través de logros personales que no se compran en las tiendas (escribir un libro, cuidar un jardín...). Además, el propio concepto de individuo está tan amañado por el individualista comercio de la felicidad que nada tiene que ver con lo que es un “sujeto autónomo” y maduro intelectualmente, es decir, con ese libre desarrollo de cada uno que debería ser la condición del libre desarrollo de todos (Manifiesto Comunista).

“...el éxito percibido de nuestra vida y de nuestras relaciones sociales depende en gran medida no solo de si tenemos trabajo, sino también de qué tipo de trabajo es este”. Rahel Jaeggi

 La felicidad no crece de forma natural, sino que es necesario labrarla; pero no todos encuentran las mismas condiciones para su cultivo. Plantear la recurrente cuestión del arte de vivir al margen de los condicionamientos económicos, políticos y culturales que se derivan del encadenamiento coactivo a una actividad laboral deleznable en la que ciertos individuos ejercen un poder injustificable sobre vidas ajenas bajo la cobertura de fetiches jurídico-políticos como el trabajo libre o la soberanía popular es tan ideológico como creer que la felicidad se compra en un centro comercial o se alcanza con mejoras sociales. Hablar del arte de vivir mientras para “alejar el hambre y la sed” siga siendo necesario “rondar en las cercanías del soberbio” soportando “sus cejas fruncidas” o la “humanidad desdeñosa” (Epicuro) de quienes piensan que ofreciendo un empleo nos hacen una concesión solo sirve para reacondicionarnos positivamente a la subordinación social, digan lo que digan al respecto quienes pasan la vida buscando un comprador: charlatanes de la resiliencia, emprendedores creativos o expertos en coaching.