martes, 23 de abril de 2024

La tapia del corral

Machado nos dice que la sensibilidad y las palabras por sí solas pueden no ser suficientes para saltar la tapia del corral. Es más, apenas si podemos ya hablar de amor sin sentirnos imbéciles y sin siquiera sentir nostalgia de los cuerpos. Para no convertirnos en un solitario que avanza sin camino ni espejo es necesario que alguien nos oriente en el difícil oficio de interpretar el presente y repensar el pasado, sobre todo porque nada se repite de la misma manera. Según Gramsci, "la historia enseña, pero no tiene alumnos". La experiencia por sí misma y por traumática que sea no siempre nos hace comprender de manera inmediata. En ocasiones es necesario que alguien nos lleve a nosotros mismos como hace Goethe en el Wilhelm Meister. Por él sabremos que el educador no debe preservar del error, sino orientar al errado una vez que este se haya saciado de su equívoco. La poesía de Gil de Biedman también nos muestra que no hay peor pasado que el que nunca existió y que debemos revisar el nombre que le hemos dado a las cosas. Pocos como él nos explicarán lo que eran aquellos verbos irregulares del colegio y la infancia.
Para la dialéctica, la contradicción es el motor del mundo, pero hay que evitar morir luchado contra uno mismo como le ocurrió a Unamuno, antípodo de Séneca del que Machado dijo haber aprendido a saltar la tapia de su corral o de su huerto. Según una teoría de Burckhardt, lo que un día fueron alegrías y tristezas se convertirán en conocimiento, pero para obrar ese prodigio necesitamos que Miguel Hernández nos muestre el dolor y la satisfacción que tejen la malla de un mismo verso.

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