martes, 30 de enero de 2024

Ban, ban, Ca-Calibán / tiene otro amo. - ¡Busca a otro ya! / ¡Libertad, fiesta! ¡Fiesta, libertad! ¡Libertad, fiesta, libertad!. "La Tempestad", Shakespeare

La democracia española de 1978 olvidó la herencia republicana. No solo se perdieron las semillas del arte y la intelectualidad que por fin habían comenzado a germinar, sino también varias generaciones de gente corriente, cuyas vidas dañadas, de no haber sido por el señor Serrat se habrían quedado incluso sin algunos de nuestros mejores poemas. El pragmatismo del establishment solo quería hacerse de una colección descontextualizada de citas y de versos que les permitiese aprovechar las nuevas oportunidades de negocio en nombre de una dignidad y de una cultura que les eran indiferentes. Pocos como Sánchez Ferlosio tuvieron el valor de denunciar las paridas y gilipolleces en las que el PSOE y su clientela estaban despilfarrando el dinero público en nombre de lo que llamaban “cultura”. Tampoco la guerra y el exilio habían sido igual para todos y quienes más pusieron fueron también los que más perdieron. Uno de los hechos que mejor expresan esta triste realidad ocurrió en la Alianza de Intelectuales de Madrid tras el ya de por sí triste golpe militar de Casado contra la República, cuando María Teresa León abofeteó a Miguel Hernández por haber reprochado a Alberti, a otros artistas artistas e intelectuales y a ella misma que se dedicaran a organizar fiestas con dinero público mientras los milicianos combatían.  

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