lunes, 29 de enero de 2024

Vivimos en un mundo donde el funeral importa más que el muerto, la boda más que el amor y el físico más que el intelecto. Vivimos en la cultura del envase que desprecia el contenido. Eduardo Galeano

 Byung-Chul Han discrepa de Illouz cuando la autora de La salvación del alma moderna afirma que el amor se ha feminizado en el sentido de que solo nos referimos a él con palabras "suaves" y "tiernas. Por contra, la opinión de Han es que el amor también se ha positivado para mostrarse como un confortable objeto de consumo.  
"El amor se positiva hoy como sexualidad, que está sometida, a su vez, al dictado del rendimiento. El sexo es rendimiento. Y la sensualidad es un capital que hay que aumentar. El cuerpo, con su valor de exposición, equivale a una mercancía".  
 Han expresa el cambio de la anterior sociedad disciplinaria a la libertad neoliberal mediante la sustitución de la vieja palabra "deber" por el motivador verbo "poder". Han tampoco comparte las simpatías de Foucault hacia el neoliberalismo o "sistema del Estado mínimo" que, según él, posibilita la libertad de los ciudadanos. Han opina que Foucault parece no haber visto que la "coacción propia es más fatal que la coacción ajena, ya que no es posible ninguna resistencia contra sí mismo". La coerción socioeconómica sigue existiendo, pero tan difusa que quien fracasa no encuentra más culpable que a sí mismo. Pese a sus consignas, al capitalismo no le interesa la buena vida aristotélica, sino la mera vida por lo que el sujeto del rendimiento acaba fetichizando la salud por la salud misma y se convierte en un "superviviente", es decir, un "no muerto" que es alguien "demasiado muerto para vivir y demasiado vivo para morir". En tales circunstancias, la "resignación" que antes era exclusiva de los entierros se ha convertido en nuestra forma de vida.

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